En el 49 aniversario del golpe de estado contra Juan Bosch y el PRD

Ultima Actualización: martes, 25 de septiembre de 2012. Por: Enrique Rivera

A partir de ese 25 de septiembre del 1963, comenzó el desastre de la República, comenzó la corrupción en todos los sectores del gobierno, volvieron los privilegios y comenzó el desprestigio y la división de las Fuerzas Armadas, comenzó a entronizarse el imperio del crimen y del terror, iniciándose el martirologio de la juventud dominicana.

Hoy 25 de septiembre,  se cumplen 49 años del fatídico golpe de estado que derrocó al primer gobierno constitucional y electo libremente en las elecciones del 20 de mayo de 1962  después de la tiranía de Trujillo, encabezado por el  profesor Juan Bosch y  el  Partido Revolucionario Dominicano. 
 
El madrugonazo septembrino  del 1963 contra el profesor  Bosch y el PRD,   se produjo cuando apenas tenía 7 meses de ejecutorias  con políticas de austeridad,  pulcritud, ética y moral  en el gasto, saneando  rápidamente  las finanzas públicas,  encontradas en ruinas por el  profesor Bosch,   con un déficit de 49 millones de pesos, suma descomunal y  monstruosa  en esa época.
 
Ese golpe de estado puso fin al primer intento serio de crear una democracia social dentro del concepto de la democracia representativa.
 
Los sectores oligárquicos y jerarquía católica junto a algunos políticos sin pueblo  y militares,  conjugaron todos los intereses creados, desde el mismo momento en que el profesor Juan Bosch dio a conocer el proyecto de Constitución que propiciaba el Partido Revolucionario Dominicano que había ganado las elecciones.  
 
En ese proyecto de Constitución se prohibía  los monopolios;  daba participación a los obreros en los beneficios de las  empresas;  prohibía el latifundio;  proclamaba el derecho de los campesinos a beneficiarse de la reforma agraria efectiva;  proclamaba una campaña nacional alfabetizadora;  establecía la pena de degradación pública para quienes distrajeran los dineros del erario  público;  establecía que la educación debía fundamentarse  en la ciencia;  aseguraba la alterabilidad en el ejercicio del poder al prohibir de manera expresa y concluyente la reelección presidencial;   declaraba traidores de la patria –y como tales pasibles de la pena de muerte- a quienes se pusieran al servicio de una potencia extranjera;  en esos momentos  se disponía a construir las Villas de la Libertad; construcción de acueductos y presas; empujando el desarrollo de las fuerzas productivas del país y democratizando el acceso a los derechos esenciales como  el respeto a las prerrogativas del ser humano que eran ya  una realidad tangible para todos los dominicanos.
 
Estos sectores oligárquicos y la cúpula católica, atrasados  y reaccionarios que patrocinaron ese crimen histórico, con argumentos mentirosos e inventos de un imaginario peligro comunista y que esa Constitución no mencionaba el concordato y se limitaba a consignar que la enseñanza se fundamentaba en la ciencia, sectores de la clerecía católica lanzaron millares de escolares contra el Congreso y no asistieron a la proclamación de dicha Constitución.
 
A partir de ese 25 de septiembre del 1963, comenzó el desastre de la República, comenzó la corrupción en todos los sectores del gobierno, volvieron los privilegios y comenzó el desprestigio y la división de las Fuerzas Armadas, comenzó a entronizarse el imperio del crimen y del terror, iniciándose el martirologio de la juventud dominicana, de la juventud que se inmoló gallardamente en las montañas de Maimón, Constanza y Estero Hondo y después, esa juventud dominicana sementera de mártires, perdió al mas alto y puro de sus líderes, al Dr. Manuel Aurelio –Manolo-  Tavarez Justo, junto a una constelación de jóvenes instruidos y patriotas en las montañas de Manaclas, El Limón, la Berrenda, La Horma y Los Quemados,  en el régimen golpista llamado Consejo de Estado.
 
18 meses más tarde,  24 de abril de 1965, se inició el levantamiento de los militares Constitucionalistas encabezado por el capitán Mario  Peña Taveras, Hernando Ramírez, Coronel Caamaño, Montes Arache y sus hombres Ranas,  Giovanni Gutiérrez, capitán Héctor Lachapelle, Lora Fernández, Teniente Coronel Rafael Fernández Domínguez, quien inició a los militares constitucionalistas, pero fue develado y sacado del país a España y Chile, lo que impidió que fuera él quien la encabezara, llegando ya todo iniciado y le dio como orden al capitán Lachapelle que el comandaría el asalto  al Palacio Nacional en su calidad de Ministro del gobierno Constitucionalista, donde cayó abatido junto a Juan Miguel Román Díaz, en la calle 30 de Marzo,  una constelación de militares jóvenes, junto a las muchedumbres que con ardor patriótico salió a las calles a buscar las armas y organizarse en los Comandos para defender la patria. 
 
Siendo la intervención norteamericana del 28 de abril de 1965 con toda su secuela de pérdida de bienes y de vidas y de disminución de la soberanía nacional, fue una de las consecuencias más graves  del golpe de estado a Juan Bosch y al PRD.
 
En este 49 aniversario del crimen histórico que fue el golpe de estado contra el profesor Juan Bosch y el PRD, el PLD y Danilo Medina deben  reflexionar profundamente la crisis económica y moral que ha dejado Leonel Fernández y ha venido creando en los últimos 8 años usando brutalmente los recursos del estado para ganar elecciones y luego que el pueblo pague con más impuestos. 
 
Eso no lo enseñó el Profesor  Juan Bosch, lo que sí dijo fue lo siguiente: “Repito que no sé lo que me va a pasar, pero si me pasa algo, a los militares democráticos de este país, al pueblo, a la juventud dominicana quiero decirles lo siguiente: pase lo que pase, no permitan que este país vuelva a comprometerse en contratos con empresas refinadoras de petróleo; no permitan que la tierra dominicana vaya a manos extranjeras; no permitan que los latifundios sigan campeando por sus respetos y que los campesinos sin tierra estén recorriendo los caminos muriéndose de hambre para venir a las ciudades a pedir con la mano extendida un pedazo de paz con qué comer. Luchen por las independencia de la República Dominicana, pero luchen también por el mantenimiento de las libertades públicas, y si me pasa algo, como testamento les dejo estas palabras que quiero repetir esta noche, las palabras con las cuales terminé mi discurso de inauguración del nuevo gobierno revolucionario del 27 de febrero de 1963: “Dominicanos, mientras nosotros gobernemos, en este país no perecerá la libertad.”