Fue a partir de una mutación inesperada que de algunas de estas carpas surgieron los koi y los peces dorados (Carassius auratus), los cuales se empezaron a usar como peces de ornato desde el siglo XV; se extendieron por toda Asia, particularmente en Japón, donde se convirtieron en símbolos nacionales.
Los koi y peces dorados son los más óptimos para la crianza en cautiverio debido a que soportan temperaturas de 4 grados celsius y bajos niveles de oxígeno.