Hacía tiempo que el gobierno dominicano se metía la lengua entre las piernas ante los ataques despiadados, llenos de muy mala fe, calumniosos que han estado saliendo del Departamento de Estado para desacreditar a nuestro país, entrometiéndose en nuestros asuntos internos e ignorando nuestra soberanía con respecto y para favorecer a Haití, porque han encontrado en la blandenguería oficial dominicana un hueco por donde colar a los haitianos y hacernos responsables de lo que no somos.
Si aplicamos lo que decimos, y no ponemos como gallina, seguro empezarán a reconocer nuestros derechos soberanos en materia migratoria y nos mantendremos unidos pueblo y gobierno en ese objetivo común.
Desde que surgió la República de Haití el 1º. de enero de 1804, tras una hermosísima revolución, que todos siempre hemos alabado, las intenciones de los dirigentes haitianos para con nosotros han sido la de Dominarnos, y en eso han sido intransigentes.
Sería bueno que alguien me presentara un documento donde Haití haya reconocido formal y oficialmente la existencia de la República Dominicana, que no sea viéndonos como intrusos en lo que ellos consideran es su territorio.
Y es que la tasa se ha rebosado. El país está lleno de haitianos, unos trabajando sin importar a los empresarios cumplir con la cuota que deben respetar por ley, otros mendigando y aunque los menos, delinquiendo con hechos espeluznantes que conmueven la conciencia nacional.
Tan pronto salió el comunicado de los Estados Unidos inmediatamente Haití se destapó en acusaciones calumniosa contra nuestro pueblo, y si a los demás no les duele eso, a mi sí, como a todo buen dominicano y por eso lo expreso.
En días recientes se informó que en un hospital del suroeste una haitiana tuvo que parir en el frente de un hospital porque no fue admitida, pero nadie averiguó las condiciones internas de dicho hospital, sino que difundieron el escándalo alterándolo a su máxima expresión. Pero dos días después una mujer dominicana tuvo que alumbrar en el piso en el pasillo de una maternidad de Santo Domingo, porque todas las camas estaban ocupadas por haitianas.
Pero la prensa dominicana, haitiana e internacional no dijo nada de eso, porque la verdad-verdad es que Haití se siente dueño de República Dominicana, y no es cuestión de solidaridad o favores, sino que son obligaciones de los dominicanos de atenderlos a ellos por encima de los nacionales que somos los que pagamos los impuestos con los cuales se atiende a ellos.
Es obligados que tenemos que hacerlo, porque si no, nos denuncian en la entelequia de la Comisión Internacional de los Derechos Humanos de la ONU, y a la vez en el Comité Interamericano de los Derechos Humanos de la desacreditada OEA. Ambos organismos internacionales son “agencias” al servicio de los intereses de los Estados Unidos y de la comunidad europea. Ambas ya se salieron de cuajo de los fines para los cuales fueron creados.
La llamada Carta de las Naciones Unidas es una belleza literaria. Pero hoy día no cumple con esos fines de mantener la paz y la justicia en el mundo. Ahora se ha empecinado en reclamar privilegios para extraviados mentales que han creado géneros culturalmente, fuera de toda racionalidad natural y a imponerlo a los niños de todo el mundo.
Ahora ha estado desnaturalizando todo. Autorizando intervenciones armadas sin pruebas y tolerando abusos de las potencias contra infelices países sin capacidad para defenderse del poderío de las potencias, dividiendo países para ponerlos al servicio de causas antinacionales. Ya ambos organismos internacionales (OEA y ONU) perdieron su norte y se han involucrado en fortalecer la depravación de los valores humanos, alegando un supuesto derecho de grupos minoritarios y priorizando esas prácticas por encima de todo, como pasó aquí, que en la Embajada USA la bandera LGTB estuvo izada más alto que la norteamericana.
La lectura está clara. Se olvidan que cuando Roma cayó en esas depravaciones sin control, se vino abajo la autoridad imperial y pasaron a ser dominados por los pueblos que no tenían su nivel cultural a los cuales llamaban “bárbaros”, que estaban al interior de sus territorios como colonos, cultivando la tierra y dedicándose a los oficios que los romanos desdeñaban, porque ya la depravación y las riquezas habían llevado al pueblo de Roma a solo exigir “pan y circo”.
Hoy vamos por el mismo camino.
El dominicano joven que no tiene idea de la historia de la humanidad, está imbuido de una cosa, de unos ruidos que llaman música moderna que solo induce a las drogas, sexo y alcohol. Los que trabajan son los haitianos, y de seguir así, llegará el día que recibirán la señal, y vendrá el tan temido degüello general, del que nadie ya tendrá que lamentarse. Balaguer escribió la obra “La Isla al revés”, pero en los hechos, con nuestra indiferencia y estar en la onda con el mundo actual, estamos escribiendo otra obra más tétrica que se llama “El mundo al revés”. Y cuando ocurra, ya no tendremos un referente al cual acudir, porque lo hemos aceptado, por no discriminar, por no tener prejuicios, etc.
Ahora bien, nunca he visto las sanciones a los Estado Unidos por las deportaciones generalizadas que realiza, por el mal trato y confinamiento de niños, mujeres y ancianos que sí son un problema humanitario en sus fronteras, y el tratamiento que reciben son crímenes de “lesa humanidad”, nadie los condena por mandar la caballería con lazos a enlazar a los haitianos como si fueran ganado, a enjaularlos y torturarlos física y psicológicamente, como hacen en Dominica, Martinica y las Bahamas que los enjaulan y los devuelven a su país sin siquiera darles un vaso de agua durante los día que dura su encierro y viaje de regreso.
Nunca he escuchado a esos tribunales pedir sanciones por el maltrato a negros, indios y latinos en los mismos Estados Unidos que se proclaman campeones de la democracia y la justicia social.
Todo el que visita ese país ve las condiciones en que viven los negros, como son signados por la policía y apresados y golpeados por simple sospechas, y torturados hasta morir y no les pasa nada a los policías. Parece que tampoco observaron que durante el gobierno de Obama fue que la policía cometió los más atroces crímenes contra los negros.
De nada ha valido la abolición de la esclavitud en 1863, pues entonces se produjo y continúa hasta nuestros días la segregación racial y la discriminación contra los negros que no podían asistir ni a escuelas ni universidades de los blancos, ni a los restaurantes blancos y ni siquiera a los baños para los blancos, que en el metro y autobuses tenían que ponerse de pie y darles los asientos a los blancos, y que no fue hasta la década del 1970 cuando se les otorgó el derecho al voto, porque ni eso podían, fue después de las luchas de Luther King, Malcon X, Black Power, Pantera Negras e Islámicos Negros que desataron un desafío abierto al sistema en los años de 1960, cuando tomaron en cuenta un poquito a los negros que hoy de nuevo se hallan sumidos en la más absoluta miseria, discriminación y persecución por el color de su piel.
Que sepan ellos que de este lado del mundo les estamos observando y un día nos levantaremos a reclamar justicia no solo con la fuerza moral que tenemos hoy, sino con las otras fuerzas que ellos tienen.