La masa sólida o corteza del planeta tierra está compuesto de muchas capas superpuestas y en conflictos, conocidas como escudos, placas tectónicas, separadas por grietas o fallas y entre ellas existe una interacción importante, con lentos movimientos o desplazamientos de unos cuantos centímetros al año. Es decir que viven en constantes reajustes, la mayoría de los cuales no son percibidos por los humanos, salvo cuando en esas pugnas se acumula gran cantidad de energía que suele liberarse de vez en cuando, y es cuando sentimos esos movimientos bruscos de reajustes, a lo que también contribuye la liberación violenta o erupción de los volcanes.
Si en la superficie del planeta se realizan actividades que ponen en peligro o estimulan la acción de dichas capas, viene estudiándose desde hace mucho tiempo. Hasta ahora no son predecibles los seísmos o terremotos, aunque hay indicadores o se van descubriendo algunos indicadores, pero nunca con la precisión de los ciclones o huracanes, porque estos ocurren en la atmósfera en los choques de temperatura en la superficie de los océanos, descensos de la presión atmosférica a nivel del mar, entre otros indicadores fiables, además de que se han construido aviones caza huracanes, globos meteorológicos y se cuenta con informes adicionales de satélites que observan el desarrollo de los mismos desde su surgimiento hasta el final y por lo tanto nos mantienen siempre bien informados.
En el país existen en instituto sismológico militar y el de la UASD los cuales interactúan (al igual que con el instituto cartográfico), con varias estaciones en el resto del país, cuyos sismógrafos ofrecen con precisión los datos permanentes de la actividad sísmica. Así que si hay alteraciones en el movimiento de su aguja, no hay tiempo de avisar sobre lo que está ocurriendo, pues los sismos o seísmos solo duran segundos. Lo que sí hacen es promediar rápidamente y establecer el centro u origen de cualquier actividad sísmica, así como su intensidad. Según algunos estudios realizados sobre el terreno, especialmente en zonas volcánicas se ha avanzado mucho, pero los secretos internos de la masa terrestre no son tan fáciles de escudriñar.
Estuve en una excursión caminando por un sendero en la falla situada al norte del estado de Nueva York que separa los escudos canadiense y norteamericano, cuyas fotos publiqué hace ya un tiempo, y aquello es impresionante. Las paredes verticales de uno y otro lado semejan un apilamiento de troncos en orden y casi sin espacio de separación más que por líneas, y durante el recorrido se notan muchas filtraciones de agua, que van al suelo, alimentando al arroyo que hay en el fondo. No pudimos entender mucho las explicaciones del guía, porque era un chino recién llegado a EE. UU. Y no tenía dominio del inglés. Sería “sinonglis” porque cuando somos hablantes del español decimos “spanglish”, fue una pena ante el impresionante espectáculo que montó la naturaleza para nuestro deleite. Volveré cuando me aseguren por lo menos un guía que hable el inglés bien, ya que sería muy difícil que sea en español o que nos alquilen un traductor portátil como hacen en los museos.
Finalmente, lo que quiero es llamar la atención a los constructores, ya que existen técnicas de construcción antisísmicas, que aunque no sean del todo seguras, ya que los movimientos telúricos no respetan concreto armado ni varillas ni barras de acero que evite su acción cuando alcanzan ciertas magnitudes, por lo pronto en movimientos menores a 7 grados, no causan derrumbes catastróficos aunque agrieten las estructuras. No sería mucho, pero avanzaríamos un poco. En la ciudad de Kobe en Japón pasaron un largo tiempo observando los movimientos sísmicos y siempre tenían la misma dirección, así que todo el sistema antisísmico fue diseñado para que los edificios se movieran en la misma dirección, pero pasado un largo tiempo vino un sismo en dirección contraria y la ciudad fue prácticamente destruida en su casi totalidad. A partir de ahí la ingeniería antisísmica ha tenido más afectivos avances. ¿Por qué los constructores dominicanos no pueden auxiliarse de todas esas experiencias? ¿Por qué Obras Públicas, Ayuntamiento, Codia, Mecánica de suelos y demás entidades técnicas no se ponen de acuerdo y elaboran un Manual con disposiciones técnicas de aplicación obligatoria por los constructores?
Por otro lado, las personas que viven en zonas costeras bajas como las del sureste (S. Pedro-La Romana), la bahía Escocesa (Nagua, Cabrera, Matancita), Manzanillo, entre otras que están por debajo del nivel del mar, deberían contar con sistemas de alarmas contra los sunamis que se pueden presentar con todo este revoltijo que tiene nuestro planeta en estos tiempos, estando el epicentro de los terremotos situados en el mar.
Solo esperemos no ser nunca víctimas de una calamitosa catástrofe para entonces tomar medidas. Las islas del Caribe casi todas son de origen volcánico y muchos tienen erupciones periódicas. Según nos decía el ingeniero geólogo italiano Gastone Lanzo, en esta isla se han identificado 64 cráteres de volcanes apagados, con uno o dos que todavía humeaban en los años en que llegaron los conquistadores españoles.
Más vale prevenir, que tener que lamentar. Alfredo Rafael Hernández Figueroa