Los niños de nuestra época esperábamos dos fechas con cierta ansiedad, pues eran las únicas oportunidades de comer ciertos dulces y frutas: El Día de Cenizas, para comenzar a comer habichuelas con dulce, y que por otro lado traía una época con determinados días que no se comía carne, sino abundantes verduras y en el aquel entonces despreciable arenque o bacalao, y quizás lo más potable para los muchachos eran los huevos fritos. Es decir, cada pro tiene su contra, pues también la carne era sustituida por vegetales que ahora son sabrosísimos pero que en aquel entonces eran rechazado por necedades de muchachos, como las tayotes y berenjenas, también las habas y gandules en vez de habichuelas.
Otra variable cruzada era la aparición de los enmascarados, nuestros diablos cojuelos, quienes se aprovechaban de las horas de recesos y salidas para dar vejigas con nosotros.
No eran muchos, pues siempre el miércoles de cenizas ha sido un día laborable, pero se sentían o se hacían sentir, porque los niños escolares de aquella época, no eran como los de ahora, aquellos les temían.
Las otras fechas para las habichuelas con dulce eran los viernes de Dolores y finalmente el Viernes Santo. !Qué años aquellos! Ahora usted encuentra puntos donde venden habichuelas con dulce todos los días del año, lo que le borró el encanto de aquella época.
La otra fecha esperada era la Nochebuena, porque los sabrosísimos dulcitos de pascuas solo eran vendidos en esa época, así como las frutas secas, pasas, ciruelas, manzanas, peras, uvas y otras exquisiteces solo se veían en esas fiestas navideñas, pero que hoy ya no tienen ese encanto porque hoy día las podemos comer diariamente. De igual forma el cerdo o pavo horneado o asado nos hacían ir de cabezas comiendo, aunque al otro día amaneciéramos "de la bacinilla al catre" tomando "alkazelcer" o "sal de uvas picot."
A esto del fin de año se agregaba la noche del 31 con otra comilona, el estreno de ropas el día de año nuevo y la ilusión ingenua -porque entonces todos fuimos muy ingenuos-, de los Santos Reyes, y salíamos tempranito a buscar esa yerbita para los camellos y en algunos casos supuestamente los Reyes exigían mentas de espíritu, cigarrillos o cigarros -si los padres fumaban-, y nuestra ilusión era, porque también teníamos la única fecha en que nos compraban juguetes, si nos portábamos bien. Si no, o si no había con qué, te prometían que los tendría, cuando pasara la tramposa "Vieja Belén", la cual carecía de fecha