Cuando el tirano enfrentó a estas jóvenes mujeres, creyó que las iba a impresionar, y lo que provocó fue un mayor encono.
Esa hiena salvaje, esa bestia, drogada con la sangre, miseria, enfermedades y el hambre a que sometía a su pueblo, no pudo doblegarlas, no logró siquiera asustarlas.
Cuando las ideas se alojan en nuestros cerebros y tienden a la búsqueda de una Patria mejor, no salen de nuestra mente ni con la muerte, y como se dice por ahí “hay muertos muy pesados”
La bestia que desgobernó a este miserable pueblo se ufanaba de ser un dios, y este pueblo en parte enfermo también se contagió de la enfermedad delirante de este megalómano y de verdad lo creyó un dios, pues se rodeó de los más crueles criminales y cobardes torturadores, que disfrutaban tanto con sus torturas, que no tenían que utilizar a sus mujeres para llegar a un clímax…
Como niño en aquellos años, nunca pude tolerar que no se pudiera hablar y me señalaran tanto con el pase del dedo índice por el pescuezo, indicándome lo que me pasaría a mí y a mi familia. Se que a otros niños y jóvenes les pasaba igual o peor que a mí. Y siento que quien no vivió aquello nunca podrá entender el valor de aquellas tres jóvenes mujeres.
Trujillo mató a miles y miles. Lo que nunca pensó fue que tres inofensivas mariposas le pondrían no solo final a su oprobioso régimen, lo que nos permitió la libertad de pensar de nuevo y expresar lo que sentimos sin temor a ser asesinados, sino que también provocarían después de muertas una gran revolución universal, cuando la ONU aprobó declarar los 25 de noviembre como “Día de la No Violencia contra la Mujer”. ¡Reflexionemos pues!