El grupo de generales acorralado en San Isidro, llorando como niños y en un estado de histeria colectiva por la derrota infringida por las tropas de Caamaño en el puente Duarte, se habían quedado sin capacidad operativa. A esos gorilas los aterrorizaba un triunfo del heroico pueblo dominicano, porque se habían pasado 35 años arrasando con todo, como si este país hubiera sido un botín de guerra para su saqueo y beneficio personal. Ese grupo de altos oficiales estaba comprometido con todos los crímenes de asesinatos, torturas, robos, contrabandos y toda clase de violaciones a los derechos humanos del pueblo dominicano durante esos 31 años y siguientes tras el golpe a Bosch con el desastre del Triunvirato. NO Sabía actuar en Democracia, porque fueron entrenados por Trujillo para el crimen, torturas, saqueo y traición.
En esta situación llamaron a sus cómplices en los Estados Unidos y les dijeron que los comunistas los habían derrotado -mintiendo pérfidamente, porque ellos sabían que había sido una lucha democrática, una victoria limpia, por el retorno a la legalidad, por la constitucionalidad-, y que si nos los ayudaban el comunismo se impondría en este país. Malvada traición a su Patria.
Con esa monstruosa mentira cometieron el acto más ignominioso que recuerde nuestra Historia Patria. El imperio respondió enviando todo el poderío militar presente en la región del Caribe a hacerse cargo de la situación aquí, y entraron como fieras peleando contra los dominicanos con un poder de fuego que poca gente imagina, ya que utilizaron las armas y balas más modernas de esos años. Rearmaron las tropas de San Isidro, los avituallaron y le trazaron un plan para que recuperaran el terreno perdido con el apoyo de sus marines, su Armada y sus aviones F-104.
Vinieron a reinstaurar el “trujillismo sin Trujillo” que había diseñado en 1961 el presidente Kennedy, al considerar que el pueblo dominicano No estaba preparado para vivir en Democracia.
Con su logística las tropas de San Isidro volvieron a cruzar el Ozama, esta vez en helicópteros, jeeps, tanquetas, carros de asaltos y tanques cedidos por EE. UU. y con sus marines combatiendo contra Caamaño y el pueblo dominicano en armas, con una ferocidad tal que en poco tiempo quedó reducido el ejército constitucionalista al terreno de Ciudad Nueva, pues toda la parte alta de la capital fue barrida por la “operación escoba” cometiéndose los más atroces asesinatos contra todo lo que se le cruzaba a esas “hordas salvajes” de San Isidro.
El pueblo en armas pasó entonces a librar no ya una Guerra Civil, sino una Guerra Patria contra un invasor extranjero que vino con órdenes de exterminarlo y humillarlo. Ese ejército norteamericano vino a asesinar dominicanos de manera indiscriminada. Pero no fue fácil. Los combatientes resistieron todas clases de embestidas salvajes combinadas de ambas tropas y no pudieron vencerlos. Dado el tranque, la cómplice OEA, inició negociaciones entre ambos bandos, logrando engañar a los constitucionalistas e imponerles un gobierno provisional que nunca gobernó como el de Héctor García Cáceres (García Godoy), sino que los militares de San Isidro impusieron su voluntad.
El país había quedado con el gobierno constitucionalista de Caamaño por un lado y el gobierno de Reconstrucción de Imbert por el otro lado. Ambos renunciaron para dar paso a García Godoy, pero en las elecciones programadas, los norteamericanos impusieron a Balaguer mediante un descomunal fraude, iniciándose el 1º. de julio de 1966 el llamado período de los 12 años, que fue como una resurrección de la dictadura de Trujillo.
Le arrebataron el triunfo al heroico y sufrido Pueblo Dominicano, pero la Historia los ha borrado y hoy seguimos conmemorando el heroísmo de este pueblo que sí sabe luchar cuando es necesario y justo, y no cuando quieran los politiqueros lanzarlo a ningún tipo de aventuras, como ocurría en los tiempos de “Concho Primo”.