Las navidades en nuestra infancia y adolescencia

Ultima Actualización: martes, 28 de diciembre de 2021. Por: Rafael Hernandez

Desde octubre la radio local y nacional comenzaba con aguinaldos navideños por lo regular colombianos, cubanos, puertorriqueños y dominicanos.

Es evidente que las tradiciones se mantienen, pero las costumbres cambian, los métodos evolucionan, pues el dinamismo y la fuerza de lo que está de moda es determinante. Desde octubre la radio local y nacional comenzaba con aguinaldos navideños por lo regular colombianos, cubanos, puertorriqueños y dominicanos. Algunas canciones se hicieron fijas en cada navidad sin tener la mínima temática asociada, como El Dominiqueño (de la isla de Dominica en las Antillas menores) “Yo soy el dominiqueño y quiero ver bailar tu cintura, bailando el dominiqueño, con salero y con sabrosura…” La cantaba alguien apellido Franco. Otra era muy triste, Mi Adorada: “Le fui a dar una serenata a mi adorada, le canté lo más lindo de mi repertorio, me porté como un verdadero Juan Tenorio ¿y para qué? Si no estaba allí mi amada…” interpretada por el dúo Irizarry de Córdoba, el cual también interpretaba “Noche de Paz”. Celia Cruz con la Sonora matancera y sus “Caramelos, caramelos, caramelos a kilo, oyé, caramelo a kilo, yo traigo los caramelos, sabrosos pa’tú boquita…” al igual que “Gingle, bell” y otras de puros aires navideños. Elio González con “Otra Navidad” otro año más de recordación…”

Colombiana había una “La Pilandera” entre sus letras decía “Pilá, Pilá, Pilandera, ahí viene la noche buena; pilá pilá, pilandera, a comer papitas rellenas, que vengan de Santa Marta, que vengan para bailar…”

Puertorriqueño como “Traigo un Ramillete” de un lindo rosal, un año que viene y otro que se va…” del trío Vegabajeño o con Boby Capó “De la montaña venimos” para invitarte a comer, un lechoncito en su vara…”

Dominicano como “Alabar a Dios, alabar a Dios, en este momento, alabado sea santo sacramento, alabado sea santo sacramento, a las arandelas chinita, a las arandelas…”

El cantante boricua, Felipe Rodríguez apodado La Voz, formaba un dúo con Davilita y produjeron “La Rosa Blanca” En fiesta alegre de navidad, de una rosa blanca yo me enamoré…” con un ritmo muy pegajoso. Mientras aquí el General Larguito impactó con otro más pegajoso intitulado “Navidad sin mi madre” “Ay, en estas navidades yo estaré muy triste, ¡Ay! Porque en mi corazón, porque en mi corazón, la ya alegría no existe…”

Era una costumbre muy generalizada realizar Aguinaldos tanto por la noche como en la mañanita, cantando villancicos y otros ritmos alegres. Se aparecía un grupo con su música y te sorprendía en tu casa y había que tener ese galón de vino para brindarles o ese cambumbo de jengibre hervido con galletitas. También le sorprendían con un “Asalto navideño”, cuando el grupo visitante llegaba y se adueñaba de tu casa, y llevaban listos el brindis tanto de bebidas como de picaderas.

Entonces cuando uno escuchaba esos ritmos por la radio, ya sabía que se acercaban las navidades. Y empezaban las fiestas con las diferentes orquestas y sus ritmos navideños, con Johnny Ventura, Félix del Rosario, Milly Quezada con su “Llegó Juanita, decían que no volvía” que se convirtió en una especie de himno de los inmigrantes que regresaban cada navidad a pasarla con sus familiares.

Un detalle que nunca olvido es que en las casas se colocaban guirnaldas de papeles multicolores con una figura tridimensional que colgaba en el centro y desde ahí partían las arandelas como cadenetas o rabos de gato hacia los extremos de la sala, y campanas que se abrían. Los había importados y otros creados por artesanos criollos en el vecindario. Se buscaba una rama de pino en Guaiguí o se compraba uno artificial que se guardaba de año en año, los cuales se adornaban con nieve seca, pelos de ángel, y otros aditamentos como las bolas de cristal y la estrella de Belén en la cima. Debajo se colocaba un “Nacimiento” con figuras de loza, porcelana o plástico.

Aquí en La Vega, íbamos por las noches o nos llevaban nuestros padres a ver los famosos Santa Claus y/o Nacimientos en la librería Valencia, farmacia Bonilla, ferretería Grullón, ferretería Olivier, la casa Berrido y otras, algunos de ellos animados y muy bien ambientados.

Pero ¿qué era la navidad para nosotros? Era la única época del año en que se veían los famosos “dulces surtidos de Navidad”, los bastoncitos llenos de pastillitas de chocolate, las frutas tales como uvas, pera, manzanas, y las frutas secas como las nueces, almendras y coquitos. Pasadas las fiestas navideñas, no se volvían a ver hasta el siguiente año. Igual pasaba con el pavo relleno o el cerdo asado, que uno añoraba y esperaba siempre la siguiente navidad para disfrutar de esas golosinas. Ya tenemos todo eso a lo largo del año y se acabó la magia de esa época, pues al igual que las habichuelas con dulce que eran propias de las Cuaresmas, ya todo eso se disfruta a lo largo del año.

En La Vega la costumbre de entregar regalos a los niños escasamente se realizaba El Día del Niño, sino más bien el día de los Santos Reyes, que despertábamos con tremenda algarabía, de pitos, cornetas, armónicas, entre otros juguetes escandalosos.

Pero la nota más jocosa y peligrosa, era la venta libre de los fuegos artificiales, como los coheticos chinos cuyo paquete traía 20, los cuales sonaban como una ráfaga de ametralladora; los famosos Buscapiés que rodaban por el suelo antes de explotar; los torpedos explotados sobre el piso o en las paredes, las velas romanas con sus estrellitas multicolores, las patas de gallinas que se tomaban con las manos y se movían hasta desgastarse en estelas lumínicas. Los “montantes” No. 5, el Medio Cañón y el Cañón, de alto poder explosivo, montados sobre un pendón se elevaban hacia arriba y explotaban en lo alto. Muchos niños hacían igual que los perros, pues tan pronto sonaba el primero se metían debajo de la cama y de ahí no los sacaba nadie. La manipulación de estos fuegos artificiales causó daños por quemadoras o por explosión en las manos con pérdidas de uno u otros dedos. Por eso hubo que prohibirlos y solo se permite su manejo a empresas especializadas. De todas maneras, los fabricantes clandestinos (pirotécnicos) siguen tirando al mercado dichos productos, sin el menor control.