El azar de la historia, la emoción y el triunfo de Donald Trumph-XXI

Ultima Actualización: miércoles, 28 de diciembre de 2016. Por: Angel Artiles Diaz

El instinto gregario, analizado por TROTTER sugiere que la propensión de todas las entidades vivas que despunta por la predisposición a unirse con otros.

El instinto  gregario, analizado por TROTTER sugiere que la propensión de todas las entidades vivas que despunta por la predisposición a unirse con otros, porque el ser humano, como individuo, se siente incompleto cuando no está acompañado. Se le impone el sentimiento de masa, que solo funciona agregado a otros y, ya en esa condición, surge la obligatoriedad del conductor, del líder: No hay masa sin jefe.

 

Freud se acoge a la reseña que hace Darwin de una Horda gobernada por un macho fuerte. La masa es una reaparición de la Horda originaria en la que se originan las mismas tipologías que en la masa. Así como el hombre primitivo se almacena en cada individuo, la horda primitiva se almacena en cada masa.

 

Lo anterior se explica porque en la existencia anímica del ser social, siempre se toma en cuenta al “otro”, con total permanencia, como paradigma, como propósito, como complementario o como adversario, desde que se inicia la psicología individual, a un tiempo se inicia la psicología social, conocida también como  psicología de las masas. En ella al individuo se le trata como integrante y de una estirpe, de un municipio, de una parroquia, de un partido, de una aldea, de una ralea, de un jerarquía, de la institución, o como parte de una aglomeración de personas organizadas en forma de sociedad,  por espacio de una tiempo y para  un desenlace:  la pulsión social.

 

La masa tiene sus propias peculiaridades, el individuo pierde las suyas al unirse al grupo. Existe un convenio sobrentendido de la colectividad en las peculiaridades específicas que la masa ha de exteriorizar. "La unidad hace la fuerza…dos ven más que uno…”, perteneciendo o ejerciendo la prerrogativa ilusoria de la “pertenencia”  el individuo (como unidad) avizora la coyuntura de aprehender lo particularmente imposible, pero alcanzable para el grupo. Por eso no importan los sacrificios, la masa suple.  

 

Las masas populares son ilusas, por eso necesitan y piden  ilusiones. Con frases tan simples, sin sentido e imprecisas como: “…Confía en mí…no te preocupes…” se les aturde, y se acoplan al rebaño, lo quimérico predomina ante la realidad.

 

En las masas populares la discusión no es problema, es un desahogo sin consecuencias, porque  no estar de acuerdo en “algo”, no afecta su ilusión, al contrario la fomenta, porque ese “algo” no existe. El alma de la masa está sujeta al encanto de la ilusión heredada de los ancestros que veían en cada fenómeno de la naturaleza un dios, y en cada salida de sol un milagro.

 

La naturaleza ofrece ejemplos a montones, los animales irracionales hacen fuerza en la unidad del grupo, y garantizan un mayor grado de supervivencia: Los mamíferos en manadas, las aves en parvadas, los peces en cardúmenes, los insectos en enjambres, Etc.; el conjunto,  la masa, aumenta sin necesidad de explicación, la posibilidad de vivir, mucho más que de manera individual.

 

El poder dominante, sabe que instintivamente las sociedades aspiran a tener y a consumir cosas, en ese sentido usa la debilidad de la propensión a consumir de manera  compulsiva bienes materiales, sabe que esa propensión a consumir anula ideales en el ser social originario y lo desdibuja en un individuo acrítico, timorato y resignado, lo relega a ser una simple pieza de un engranaje  social proporcional, análogo, semejante, parejo, asequible, factible, equilibrado, uniforme y fácilmente manipulable mediante los mensajes que brotan desde la Oficina de Estrategias y Comunicación del Palacio Nacional.

 

De lo dicho en páginas anteriores se desprende que  “la función básica de los medios es desarrollar pseudonecesidades de bienes y servicios fabricados por las corporaciones gigantes, atando a los individuos al carro del consumo y la pasividad política”. Herbert Marcuse, “El hombre Unidimensional (1964)

 

Cuando las sociedades transitan en el carro del consumo, se fortalecen las autocracias (autos-kratos), que utilizan las elecciones para poner los gobiernos en manos de una sola persona, por lo regular absolutista en el fondo y populista en la forma.

 

Drew Westen, propone una inteligencia nueva: la inteligencia política, conformada por los siguientes elementos constitutivos: Inteligencia emocional, empatía, habilidad para emanar y convocar confort o bienestar, y habilidades para formar coaliciones y administrar jerarquías e inteligencia general.