Todavía permanecen activos , algunos de los pioneros del motoconcho en este municipio de Puerto Plata. Por entonces, eran cinco pesos el precio del pasaje.
Eran ciertamente otros tiempos. Menos motoristas, menos barriadas y por tanto, menos la población a transportar. Por esos años, el departamento de tránsito del Ayuntamiento organizaba, clasificaba, servía de una especie como de colador para normar a quienes brindaban el servicio de motoconcho a la población.
Es más, se tenía conocimiento y dominio sobre la dirección de cada motorista.- Vivieran estos en el más destartalado cuartito de un callejón cualquiera de nuestras barriadas o en cualquier casa-pensión por humilde que sea.
Con el paso de los años, en la actualidad tenemos una matrícula de motoconchistas, que ronda los siete mil o más.
¿Qué más tenemos hoy? Desorganización total. Debido al creciente –y negado desempleo- del que no hay cifras oficiales creíbles.
Y ese es uno de los componentes para el crecimiento del motoconcho en este municipio. Hay despidos de cualquier fuente de empleo, y hay las facilidades para agenciarse un motor…y a motoconchar se ha dicho. Nadie se va a dejar morir …
No existe de parte de nuestras autoridades municipales-que sepamos- actualizado y puesto en práctica, una especie de “colador” para discriminar al delincuente y antisocial, del trabajador honesto, y menos se interesan en conocer y confirmar la dirección de sus residencias o moradas.
Existe la agravante, de que cualquier sastre o modista de barrio confecciona un “chaleco” sin letras o con ellas…y ya está.
En esto, el departamento de tránsito del ayuntamiento ha sido negligente, inepto e incapaz de organizar el motoconcho en este municipio cabecera.
Al menos, es la parte del iceberg que uno ve. El tránsito es un verdadero caos y el motoconcho aporta un alto porcentaje al mismo.
Las paradas se multiplican por doquier especialmente en las llamadas zonas comerciales activas, ante la mirada cataratosa y miope de las mismas autoridades.
El motoconcho es refugio móvil que usan muchos delincuentes disfrazados de motoconchos para asaltar, atracar, arrancar, robar cadenas, prendas, carteras, monederos y hasta “compras” que transportan desde almacenes y supermercados y dejan a los clientes boquiabiertos y estupefactos.
Se acusa al motoconchistas debido a que los actuantes llevan chalecos muchas veces raídos y con números –si es que los tienen visibles- totalmente ilegibles.
Ahora que tanto se menciona como botín de guerra el anunciado turismo de cruceros tiempo es, se hace tarde, para organizar el motoconcho. Con todo y el costo político que pudiera derivarse.