Es una propuesta que ha generado debates y discusiones en varios países. A continuación, analizaré algunos de sus méritos:
La idea del Salario Universalizado es ‘reducir la pobreza y la desigualdad’, proporcionar un ingreso mínimo a todos los ciudadanos, independientemente de su situación laboral, con el teórico propósito de ‘ayudar a reducir la pobreza y la brecha entre ricos y pobres’.
El Salario Básico Universal (SBU) o Salario Universalizado procura la ‘Seguridad económica’ garantizando un ingreso básico, para las personas desempleadas o con empleos informales. Esto les permitiría cubrir necesidades básicas como alimentación, vivienda y salud.
Este proyecto es hijo legítimo de la economía de mercado que aspira a convertirse en un estímulo para el sistema (que no tiene el problema de qué producir) sino que necesita que se consuma lo producido. Por esa razón necesita inyectar dinero directamente en manos de los ciudadanos, para inducir la demanda y garantizar el consumo. Esto constituye una garantía para colocar en manos del consumidor final, la producción mundial y contribuye al crecimiento sostenido del capital invertido en la producción y no necesariamente el desarrollo humano que depende de otros factores complementarios.
El Salario Básico Universal (SBU) o Salario Universalizado constituiría una ‘simplificación de administración estatal’, porque en lugar de crearse programas de asistencia social, el SBU haría más uniforme la administración al proporcionar un único beneficio universalizado y reduce la burocracia de los empleados públicos y los costos operativos y administrativos del Estado.
Sostienen los promotores del ‘Salario Universalizado’ que su implementación redundaría en una mejora para la salud mental y bienestar colectivos, porque eliminaría la incertidumbre financiera de grandes grupos sociales y empresariales, porque mermaría el estrés y la ansiedad de ambos sectores relacionados, unos con la falta de ingresos y el otro con la garantía del consumo de lo producido.
El Salario Básico Universal ofrece la utopía de la ‘flexibilidad laboral’, que supuestamente, permitiría a las personas el derecho a tomar decisiones laborales basadas en sus intereses y habilidades, en lugar de estar obligadas a aceptar cualquier trabajo por necesidad económica.
Del otro lado de la moneda del ‘Salario Básico Universal’:
Implementar el ‘Salario Universalizado’ demanda una inversión significativa por parte de los gobiernos, que quedarían en medio del desafío de encontrar diversas fuentes que garanticen la sostenibilidad de financiamiento sin excesivo aumento de la carga impositiva., lo que implicaría un ‘costo fiscal’ a tomar en cuenta en la fase del estudio de la factibilidad de implementar el ‘Salario Básico Universal’.
Además, establecer en la economía mundial el ‘Salario Universalizado’ desincentivaría la propensión al trabajo de grandes masas que de económicamente activas pasarían a ser parásitas del presupuesto de los Estados, porque tendrían garantizado un ingreso básico sin condiciones, por lo que la opción de no trabajar o reducir la participación laboral, afectaría la productividad económica y cerraría la llave de ingreso que de manera permanente necesita la economía de mercado para mantener su dinámica.
El ‘Salario Básico Universal, no contempla diferencias regionales o individuales en el costo de vida y, hasta ahora, es ilusorio garantizar la ’equidad’ porque es imposible ajustar cada salario según las necesidades específicas de cada persona, en tanto que elementos del conjunto de la ‘gran masa de consumidores’ constituida por miles de millones de personas.
En síntesis, el ‘Salario Universalizado’ es una propuesta ambiciosa con utópicas ventajas y concretos e insalvables desafíos, porque nunca será posible alcanzar la implementación con éxito un equilibrio cuidadoso entre los excesivamente numerosos beneficios sociales y la sostenibilidad de los inevitables costos financieros.