El mercado Modelo es una obra que fue construida en el año 1970 en el gobierno de Balaguer dentro del proyecto creado para lanzar a Puerto plata como polo turístico.
Pasaron los años y en medio del desorden administrativo, la politiquería permitió la arrabalización, el desorden, falta de rigor ni cuidado, se deterioró la planta física y se impuso el desorden. Un mercado público es un área comercial y puntos de ventas, algunos al aire libre en donde se supone debería existir mucho cuidado para manejar alimentos, aves y carnes.
En algún momento esa estructura más que mercado se convirtió en un caos por el lodo, basura, y el hedor producto de la descomposición de los alimentos agrícolas que dejaban tirados los vendedores y comerciantes sin ningún reparo. Visitar y hacer la compra en ese lugar se volvió insoportable sobretodo en la parte donde se accedía al patio interior de dicho mercado. Pero más sorprendente es, que la parte trasera queda frente a la plaza donde opera el Distrito Educativo y miles de estudiantes observaban todo aquel desmadre de basura y vegetales descompuestos pensando tal vez que la norma es el desorden, el sucio y la contaminación visual.
¿Hasta cuándo será que los funcionarios públicos van a seguir permitiendo que en nombre de la pobreza y los “padres de Familia de los votos“el estado dominicano realice cuantiosas inversiones públicas en reparaciones y adecuaciones como la que hizo en el mercado y en un corto plazo se deterioren? Ahora, después de una inversión significativa que supera los cincuenta millones de pesos del dinero de todos no debería permitirse que el lugar retorne a como estaba antes.
En mi opinión los ciudadanos con su apatía tienen una cuota de responsabilidad al convertirse en compradores de rubros alimenticios que no son manejados con la higiene y la calidad para consumo humano de forma adecuada, parecería que no tienen olfatos, ni les molesta acceder a lugares donde impera el sucio y el desorden.
El desarrollo humano y la educación, no se evidencian solamente en grandes y complejas fórmulas, también en los actos cotidianos que hablan de la gente y su ciudad. Lo preocupante es la regla imperante. Un voto supera el régimen de consecuencias…