Lo más terrible sobre ortografía

Ultima Actualización: lunes, 17 de enero de 2022. Por: Rafael Hernandez

Esa es una condición psiquiátrica, no un calificativo correcto para quienes estén interesados en la corrección del uso de la Lengua, hecha por los anarquistas de la escritura.

Hace un momento leí un correo, donde utilizaban la foto de una niñita de carita inocente, pero con un titular muy grosero que más o menos decía que “los obsesionados con la ortografía resultaban ser las personas más despreciables”, no textualmente, pero esa era su esencia.

 

¿Cómo saber que alguien está obsesionado? Esa es una condición psiquiátrica, no un calificativo correcto para quienes estén interesados en la corrección del uso de la Lengua, hecha por los anarquistas de la escritura.

 

Desde hace un largo tiempo hemos visto surgir formas de escribir medalaganarias, especialmente por estas redes. Esos sociolectos que se crean y recrean periódicamente, son la mayor expresión del rechazo a las normativas ortográficas en el caso de la lengua española y digo de la lengua española o castellana, porque no me lo imagino en inglés, ruso, chino, catalán, japonés, tagalog o caswili.

 

 Y esto, porque cuando lo hagan no me imagino cómo lo entenderían. ¿Qué son personas creativas? No lo creo, porque tengo un concepto diferente de la creatividad, y si la distorsión es creatividad, entonces habrá que voltear el mundo al revés y que lo vivan los sobrevivientes a su modo. La libertad es una cosa, y el libertinaje otra.

 

Este libertinaje escritural nos remite a una lectura que aparece en la Biblia, donde los constructores de la Torre de la ciudad de Babel en Mesopotamia, fueron castigados hablando cada uno una lengua diferente, por el temor a que la elevada torre pudiera llegar al cielo... Haciendo abstracción del carácter religioso y de las cosmogonía y cosmología de los “sabios” de esa época, nos atrevemos a decir que ese es el castigo que tenemos que sufrir. Que tendremos a cada persona o pequeño grupo hablando para entenderse ellos solos, mientras el resto se matará entre sí por querer saber o interpretar lo que dijeron los otros.

 

Es decir, una posición contraria a lo que siglos atrás se manejó con el esperanto, que era la creación de una lengua universal, entendible para todos los pueblos, para que de alguna manera no se distorsionara lo que se dijera como ocurre ahora con las traducciones de una lengua a otra, especialmente cuando se trata de lenguaje figurado o científico.

 

La estructura de cada lengua o idioma es lo que se construye a través de la Gramática, y sin ortografía, pierde la condición de ser gramática de ninguna lengua. ¿Cuál es el resultado de todo esto? Muy simple –el fracaso de la instrucción pública-, los jóvenes pasaron 15 años de escolaridad y llegaron a la universidad sin saber escribir su nombre correctamente. Sin saber leer e interpretar lo que leen, sin capacidad de raciocinio, lo que les impide conceptualizar y pensar por sí mismos.

 

 Así que se están graduando y muchos con altos honores, hasta Summa Cum Laude, y llegando al título, no al grado de PHD, y todavía no han desarrollado capacidades cognitivas superiores.

 

Solo una élite está disfrutando de eso y por lo tanto, habrá que evaluar sobre esa base a los centros de educación superior, quienes debían formar a científicos, pues parecen funcionando como colegios e instituciones de beneficencia, muy lejos de lo que expresan en sus estatutos, filosofía, planes y proyectos. Quizás el fenómeno en una y otra vertiente no sea generalizado, pero da la apariencia, y quizás sea la imagen del barril de manzanas donde solo dos o tres están podridas.

 

Ahora han descubierto el “agua tibia”, con la inclusión generalizada en la cobertura, todos van o deberían ir a la escuela. Unos a merendar, otros a enamorarse e involucrarse en fructíferos noviazgos, otros a ponerse presente, a pasear por las áreas verdes y por la cafetería, mientras la biblioteca permanece desierta de lectores, pues ya a lo que van es a copiar y pegar y a fotocopiar textos que fueron escritos por otros, en otros contextos y lo peor, que los firman y hasta hay una minoría de profesores que se atreven a creer y lo pregonan con orgullo, que sus autores fueron sus alumnos…

 

Pero hay algo peor, y es que no dejan trabajar a los docentes que quieren hacer un trabajo serio, los denuncian ante los Decanatos de Estudiantes y Direcciones de Escuela, como que son muy exigentes y que se creen que solo hay que estudiar su materia, y desde luego, que aparecen unos pocos complacientes ejecutivos de esos departamentos quienes solicitan dar de baja a esos profesores, que les impedirían llenar unas falsas estadísticas de rendimiento a sus superiores.

 

La masificación y el populismo han dado al traste con la calidad de la educación. Entonces vienen las críticas a los “profesionales”, porque han convertido sus carreras en palanca para su enriquecimiento por solo poseer un título, de cuyas competencias adolecen. Hoy no se insiste en los procedimientos del aprendizaje, sino en los “resultados”, aunque el graduado carezca de las competencias mínimas.

 

La TECNOLOGÍA ha llegado, se ha impuesto y ya no hay que hacer esfuerzos para nada, todo está en el computador, y si el profesor no les quiere creer, le encienden su equipo y le presentan el trabajo que escribió un pseudo científico y analfabeta cualquiera sobre un tema que no domina, a base de retazos de otros autores y sin ninguna sintaxis ni coherencia.

 

Estamos llegando al final de la educación e instrucción, en este mundo turbulento, donde los derechos lo son todo y se anulan los deberes. Donde a los jóvenes les dan de todo, sin que merezcan nada. Donde hay que respetar la libertad del educando, que, si dijo que dos más dos son ochocientos, hay que ponerle correcto, porque no pueden ser coartados en su libertad…

 

En el caso dominicano la formación de los nuevos docentes ha sido un fracaso según revelan las pruebas de elegibles a que son sometidos. Entonces el Estado busca filtrar a los interesados en estudiar educación y contrata al Board College para que los someta a una prueba, y muy pocos pasan dicha prueba. Solicitan que le diseñen (algo vergonzosa) otra prueba más fácil y también la reprueban. Nadie supervisa objetivamente lo que ocurre en las aulas con esa gente, que sigue haciendo o reproduciendo lo mismito del proceso anterior. Y lo peor, ahora mismo se escuchan voces solicitando que no sean reprobados quienes estudian educación. Entonces ¿para qué el filtro? Es que hay unos asesores internacionales que viven cobrando altas sumas en dólares, proponiendo una charlatanería tras otra, experimentando con nosotros, tomándonos como conejillos de Indias.

 

Ahora bien, si de 60mil maestros sometidos a la prueba de elegibles solo la aprobaron menos de 10 mil, ¿qué harán con su flamante título de Licenciados en Educación esos cincuenta mil restantes?

 

Ya uno no sabe ni qué decir, pase lo que pase, seguirán escribiendo con faltas ortográficas, porque ningún docente quiere ser evaluado como odioso por sus alumnos, y las autoridades universitarias por lo general creen más en sus alumnos que en sus docentes. ¿Alguien tiene la solución a este embrollo?