A pesar de que me prometí no realizar más artículos sobre la pandemia del COVID-19, hoy, para ser congruente con mi forma de pensar no resisto ser indiferente ante el paso hacia atrás que hemos dado como resultado del descuido y el manejo irresponsable dado a esta letal enfermedad, por parte de las autoridades y de nosotros como ciudadanos.
Inicio en este momento, probablemente el menos extenso, pero el de mayor sentimiento de los tantos que al día de hoy he puesto a sus consideraciones.
Tengo que hacer notar que para el mundo, el retroceso se inició desde el momento en que fue detectado el virus en diciembre del año 2019 en la ciudad de Wuhan, Capital de la provincia de Hubei, en la República Popular China. Ya para el 11 de marzo del 2020 era pandemia global. Ese mismo mes nuestro país conoció de sus primeros casos importado y local respectivamente, de igual manera anunciaba su primer fallecido.
El mundo retrocedió porque con impotencia observa cómo grandes cantidades de familias son confinadas, a la vez que lamentan la pérdida de muchos de sus miembros sin poder hacer nada. El cierre de las Economías marcan el inicio de una crisis de consecuencias impredecibles hasta el momento, y ya representa un conflicto entre la República China y los Estados Unidos de América.
A eso tenemos que sumar la negligencia de muchos gobiernos, que en principio no tomaron en serio la enfermedad, descuidando las medidas sugeridas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), incluida la falta de pruebas para la planificación y toma de desiciones oportunas y a tiempo.
Lo que nos llama la atención de esta situacion es que, aunque el COVID-19 se nos ha querido presentar como una novedad, el mundo ha vivido casos semejantes en más de una oportunidad y que el trato o protocolo a seguir es el mismo: educación, concienciación, sistema inmunológico fuerte, distanciamiento social, higiene y mascarillas. No hemos sido capaces de cumplir y hacer cumplir los mismos.
En nuestra querida y no menos sufrida República Dominicana, no obstante haber pasado por varios Estados de Excepción y toques de queda, nos ha resultado imposible disciplinarnos para enfrentar y salir exitosos en el manejo de la pandemia.
Las acciones poco transparentes en el manejo de los recursos destinados a combatir el COVID-19, y, a asistir a los ciudadanos que lo requieran ha motivado a gran parte de la pablacion a perder la confianza y el respeto a las autoridades. Situación que ha degenerado en el incumplimiento de las más mínimas normas por parte de la ciudadanía, dejando como consecuencias sobre 52,000 contagiados y aproximadamente 1,000 fallecidos.
Esas y otras circunstancias han obligado a las actuales autoridades en coordinación con las electas, a imponer al país un nuevo Estado de Excepción de 45 días acompañado de 20 días de toque de queda, dando poderes extraordinarios al Presidente de la República y limitando los Derechos Ciudadanos. Debe estar claro, si hacemos lo mismo de las declaratorias anteriores, este Estado se convertirá en permanente.
Mientras la gente por desesperación celebra esta decisión, conscientes estamos que es un terrible retroceso y estancamiento en la fase dos de apertura de la Economía, que nos alerta sobre los niveles de la crisis económica que enfrentaremos; donde la quiebra de pequeñas y medianas empresas, acompañada del desempleo será el Norte de nuestro futuro inmediato.
Seguros estamos, de que los vendedores de sueños concluirán diciendo que el COVID-19 ha sido un avance para la Ciencia, y usted que ha perdido a sus seres queridos, su empresa, su empleo y hasta su familia por causa de la crisis tendrá que sacar sus propias conclusiones.
Avance ó retroceso?
Roque J. De León B. (MAE)
DIPLOMADO EN COMUNICACIÓN SOCIAL INTEGRAL
MIEMBRO DEL: SNTP Y SINLOPP