El crecimiento demográfico en nuestro país desde los años 70's ha sido permanente y, Puerto Plata no es la excepción.
La aguda visión del Dr. Joaquín Antonio Balaguer Ricardo y el amplio conocimiento que adquirió al andar y conocer gran parte del mundo, lo llevaron a dotar a Puerto Plata de las infraestructuras suficientes para convertirla en una de las provincias de mayor crecimiento demográfico sostenido y, que más aportaba al Producto Interno Bruto (PIB) por el auge del Turismo en República Dominicana.
Dentro de esas infraestructuras podemos citar: Sistemas de agua potable y sanitarias excelentes para el momento, Malecón, Aeropuerto Internacional, Teleférico, Sistema de comunicación vial, local, provincial, regional y nacional extraordinarios en aquella época; proyectos turísticos y habitacionales ponga usted las demás.
En nuestra provincia entre los años 70's-80's floreció el Turismo de Habitación y Playa el que fungía como atractivo y soporte
del crecimiento demográfico compuesto además de las familias locales por la migración de personas que se trasladaban desde cualquier lugar de nuestro país y de las diferentes latitudes del mundo.
Mientras crecía el casco urbano, decrecian los campos porque los moradores vendían sus propiedades y emigraban a la ciudad en búsqueda de mejores oportunidades para las familias, en ocasiones sufrían decepciones porque mientras los padres soñaban con que sus hijos estudiarían y/o aprenderían algún oficio estos, en un alto porcentaje, hacían lo contrario; parte de las hembras se prostituían y los varones eran arrastrados por los vicios.
Recuerdo que con la construcción del Malecón en el extremo Norte del municipio San Felipe de Puerto Plata se alimentaba el crecimiento poblacional hacia la parte Sur, con los ex- moradores de Los "Castillitos" se pobló el sector "Mirador Sur" a la vez que se creaban "El Avispero" (hoy Colinas del Sur) y "Padre las Casas", siendo las primeras víctimas de ese último asentamiento urbano, los moradores de "Los Mameyes".
Más adelante los próximos que se vieron invadidos fueron los moradores de El Cupey, que observaron llegar en estampida en los años 80's a parte de los moradores de la Urbanización Atlántica, los que corrían al ver interrumpida su tranquilidad por personas extranjeras que contrajeron matrimonio con dominicanas quienes adquirieron propiedades en su entorno y exhibían formación y costumbres muy distanciadas a las de ellos.
Como una respuesta al crecimiento demográfico del momento y la falta de centros habitacionales apropiados que, acogieran a las familias que llegaban como comerciantes e inversionistas así como a las nuevas generaciones de comerciantes, empresarios y profesionales de nuestra provincia, fueron surgiendo modernas urbanizaciones como son: Juan Brugal, Bayardo y Torre Alta, esta última interrumpió el ritmo de vida normal de las familias que residían en la Estancia original como eran: Doña Chito Reyes, Don Marcelo Reyes, Dña Lala, entre otras tantas que al día de hoy, el Crecimiento Urbano los ha sacado de su hábitat natural; que en aquellos años era el campo.
Al interrumpirse el auge de la actividad turística en los años 90's también disminuyó el desarrollo de los proyectos de urbanizaciones pero, en este momento, que el Turismo de Cruceros toca de forma ascendente a Puerto Plata también la industria inmobiliaria y de bienes raíces ha rodeado a Puerto Plata nueva vez por los cuatro Puntos Cardinales, donde fincas de cientos de tareas de tierra son adquiridas por inversionistas del área, viéndose acorraladas comunidades como: Sabana Grande, Muñoz, Sampiñé, Cantabria y con mayor dureza, nueva vez El Cupey.
A nadie se le puede ocurrir que el crecimiento es malo pero, a las escasas familias que nos quedan en el campo, que aún: trabajan la tierra, crían ganado, cerdos, aves y otras especies, sin importar que les roben y en ocasiones hasta les quiten la vida para robarles porque ya no son los mismos campos donde todos se conocían; a esa gente hay que garantizarles: seguridad y protección, facilidades para ajustarse a su nueva realidad y comunidad, mercado seguro para sus producciones, carreteras y caminos vecinales en buen estado para sacarlas a los mercados y/o por donde puedan llegar los compradores, educación y progreso para sus hijos, entre otras tantas garantías, para de esa manera preservar las familias que todavía creen y confían en el campo; que es una especie en extinción.