Es posible que usted no sepa la inmensa alegría que siente
una familia de Jimaní o cualquier provincia del país, cuando a la puerta de su
casa llega un vehículo a llevarle una caja o tanque lleno de comestibles y
cuántas cosas, enviado por un familiar residente en los Estados Unidos u otro
país del mundo.
Tal vez usted no conozca el valor que tiene para una familia
que habita en cualquiera de nuestras barriadas, recibir un saco con 50 libras
de arroz, un recipiente lleno de aceite comestible, dos pares de tenis o
zapatos y unas cuantas piezas de vestir enviadas desde los “nuevayores” por un
pariente cercano.
Cuando nos acerquemos para entender estas cosas “pequeñas,
superfluas y sin valor alguno” como han señalado algunos “expertos en aduanas”
entonces, y solo entonces, vamos e entender las luchas y protestas realizadas
en nuestro país y en Nueva York (en esta ciudad también se hizo) por trabajadores,
familias enteras y dueños de empresas consolidadoras (mudanceras) contra
disposiciones dadas a conocer por la Dirección General de Aduanas.
¡Si esta entidad gubernamental desea hacer más eficiente su
gestión de cobros, correcto!
No obstante, se nota como una cacería de brujas por
Inquisidores modernos contra lo enviado a familiares residentes en el país, por
dominicanos desde los Estados Unidos.
Apelamos al diálogo franco y abierto.