Un buen nivel de organización, una entrada sin abarrotes ni frituras en el medio.

Puntual a la cita, en un escenario lleno de luces, imágenes, efectos  audiovisuales, fuegos artificiales y pirotécnicos. Siete proyecciones en escena, dos pantallas gigantes en sus laterales, una en el fondo.

Grato ver entre los patrocinadores una empresa de Puerto Plata, bien por don Tito.

El género del vallenato no es ajeno a esta parte del Caribe. Alguien apostó al éxito de un espectáculo más que un concierto en pleno diciembre y contra las acostumbradas, ocurrentes e inesperadas lluvias de Puerto Plata.

El artista calentó el escenario y se identificó con el público desde que abordó el Anfiteatro. La Luna llena complementó la visual al establecerse majestuosa justo en medio del lugar. Una buena banda de músicos, con instrumentos autóctonos y un coro excepcional que me recuerda aquel que poseía el grupo The Wailers, las I Threes con Rita Marley a la cabeza, los de mi época de rebeldía saben a quienes me refiero. Carlos Vives conquistó al Público presente la noche del sábado en Puerto Plata.