Empleada Doméstica en la Madre Patria

Ultima Actualización: sábado, 01 de junio de 2019. Por: Jaro .

A los 14 su sangrado menárquico paró abruptamente por nueve meses para dar fruto a las aberraciones salvajes en la mente de un despiadado merecedor de una muerte a tajos.

Camina su bloque de extremo a extremo esperando la señal de las luces para abordar una nueva aventura. 50 euros es su tarifa en las calles de Madrid. Exhibe una figura cuidada, ejercitada y delicadamente alimentada para mantener la forma. En estos trabajos la disciplina es primordial. Duerme de 6 a 7 horas de sueño profundo diariamente, lleva el conteo en su Apple Watch de última generación que le hace juego a su móvil de la misma marca, regalo de aquel cliente asiduo y agradecido.


Aprendió el oficio más antiguo del hombre bajo la firme enseñanza de su progenitor en su natal caribeño a la temprana edad de doce años. Una y otra y otra y otra vez fue obligada a calmar la bestia con su partecita frágil sin comprender el desahogo de los animales irracionales. Tuvo que soportar el sudor rancio, el olor de los seniles, el tufo etílico y la desgarradora penetración de aquel engendro que tenía como padre.

 

A los 14 su sangrado menárquico paró abruptamente por nueve meses para dar fruto a las aberraciones salvajes en la mente de un despiadado merecedor de una muerte a tajos, tantos como las veces que sometió al trauma a una mente de muñecas rotas. Se vio obligada a huir una noche de luna llena ante el amparo del temor al futuro incierto, desnuda su alma, desnudo su cuerpo, insensible al placer que produce el acto de los amantes, entrenada en un campo de minas y sobreviviente al holocausto de una familia descompuesta por la corrupción de un machismo egoísta, avasallante y tergiversado.

 

Encontró un techo lastimero e interesado con una vecina oportunista. La empujó a poner en práctica el oficio adquirido, no aprendido, pero sí practicado bajo la enseñanza del maestro del averno. En el ínterin se conectó con una oferta de migración a la Madre Patria bajo el pretexto de empleada doméstica. Poco a poco se fue ubicando. El arte escénico fue un arma de uso diario, los gritos y gemidos fingidos fueron sumándole propinas a su tarifa y haciéndose de clientes permanentes que la remuneraban muy bien.

 

Cubría sus gastos, podía ahorrar y enviar dinero a la cuidadora de la hija incestuosa, nunca la descuidó, le abasteció de todas sus necesidades y pagó sus estudios. Progresó peso a peso, bajo el sudor de fluidos vaginales dispuestos siempre a un intercambio de intereses pasionales. ¡El porvenir llegó! ¡Vinieron nuevos tiempos! Logró asociarse con su antiguo mentor, aquel prexoneta que internacionalizó su arte. Se dedicó a la tarea de administradora en el negocio de los besos truncos, del amor inesperado, de la motivación del efectivo, de la relación casual. Maduró con el paso del tiempo, añadió algunos suplementos y accesorios psicodélicos para encumbrar sus clientes y empleadas al éxtasis de la experiencia pasajera.

 

Ganó seguidores, amplió hasta cuatro jornadas al día el rendimiento de sus empleadas. La ilustre empresaria, en la actualidad, hace alarde del trabajo intenso a través del tiempo. Desde su óptica la superación se basó en el esfuerzo de los años, pretendió olvidar el origen de su desdicha para cambiarlo por el placer efímero que brinda el efectivo en sus bolsillos. Al igual que su oficio vive la felicidad fingida para poder ocultar la pesadilla vivida en la penumbra de su corazón.