La vejez no es simplemente una etapa final en la vida, sino una fase llena de posibilidades, aprendizajes y crecimiento personal. A menudo, la sociedad tiende a subestimar esta etapa, enfocándose en los aspectos negativos asociados con el envejecimiento como la disminución de la salud física o la pérdida de ciertas habilidades. Sin embargo, es esencial cambiar esta narrativa y reconocer la adultez mayor como un período significativo y enriquecedor.
Es una etapa vital y merece respeto, pero no debe ser vista como una excusa para comportamientos inapropiados o perjudiciales. Es importante reconocer que, si bien las personas mayores pueden aportar valiosas perspectivas y experiencias, también tienen la responsabilidad de actuar de manera ética y respetuosa. La sociedad debe equilibrar el respeto por la experiencia de los mayores con la expectativa de que todos, independientemente de su edad, se comporten con integridad y consideración hacia los demás.
La vejez no debería ser un escudo contra las consecuencias de nuestras acciones, sino una etapa donde la sabiduría y la experiencia guíen hacia un comportamiento ejemplar y positivo. Es decir que, en esta etapa de la vida, aunque es un derecho humano prestar asistencia y cuidados. Aun así eso no significa que si no hubo una relación empática, generosa y desprendida hacia los demás, no se puede pretender que durante la etapa de adultos mayores se cosecharán frutos no sembrados.
Esta etapa ofrece una oportunidad única para la reflexión profunda y la búsqueda de la paz interior. Este período de la vida puede ser una época de reconciliación, perdón y gratitud, permitiendo a las personas mayores alcanzar un sentido de plenitud y satisfacción con sus vidas.