Diferentes generaciones de puertoplateños hemos tenido el privilegio de vivir y disfrutar con entusiasmo al inicio de importantes proyectos, básicamente en el área turística, que en su momento hacen renacer la esperanza del progreso en nuestra provincia y más allá, hoy corresponde el turno a Punta Bergantín.
Con la apertura de este importante proyecto, el desborde desmedido de las emociones no se ha hecho esperar y todos los sectores, no sólo celebran sino que exigen el derecho que dicen tener a ser tomados en cuenta para beneficiarse de una forma u otra.
Dentro de esos sectores nos encontramos con: Transportistas, Touroperadores, Guías Turísticos, Productores y Suplidores de cualquier tipo de bien y, en este caso hasta los ex-empleados del antiguo Ingenio Montellano.
Además salen a relucir las deficiencias en los servicios elementales como: recursos humanos calificados, agua potable, energía eléctrica, sistema vial y de seguridad apropiados, correcta señalización de las vías, organización general del tránsito, entre otros.
El desacuerdo y descontrol de esos sectores y la falta de respuestas apropiadas a las deficiencias identificadas son los que provocan la insostenibilidad en los diferentes proyectos que de tiempo en tiempo se desarrollan en nuestra provincia.
Hemos escuchado a diferentes actores de nuestra sociedad decir, que los Ayuntamientos de Montellano y Puerto Plata tienen que ponerse las pilas para adecuar el entorno ante esta nueva oportunidad de inversión que tiene nuestra zona, debo decir a esa sugerencia, que es muy buena pero que no son los Ayuntamientos sino las instituciones del Estado que en coordinación con la municipalidad deben hacer un levantamiento serio desde Punta Bergantín hasta Samaná por el Este además todo el Cibao Central y, que sirva para tomar las acciones de lugar.
Eso, porque los Ayuntamientos, estamos más que claros que no cuentan con los recursos necesarios para acondicionar y adecuar sus calles, señalizar la ciudad como es debido, construir los desagües donde sean necesarios, limpiar las cañadas que atraviesan nuestra ciudad de Sur a Norte con un hedor que asusta y, para qué seguir mencionando.
Esta vez hay que hacer las inversiones de lugar para educar y conscienciar a la ciudadanía, muy en especial la que estará directamente liderando en el servicio con los visitantes.
Ese proyecto, además de hotelero se estila que será residencial por lo que presumimos, que tendremos residentes retirados de cualquier lugar del mundo, eso nos indica que debiéramos extremar la seguridad y trabajar con la calidad en los servicios en el sentido amplio de la palabra.
En este momento en que República Dominicana explota el Turismo como Eje Central de su economía por los cuatro puntos cardinales es hora de preguntar: ¿cuándo tendremos nuestro Aeropuerto Gregorio Luperón operando a toda capacidad y siendo competitivo en precios y en calidad?
Es tiempo de que nuestras autoridades entiendan que en los países donde la Actividad Turística marca el rumbo de su Economía, debe ser declarada como un asunto de Estado; en México por ejemplo, todo el que ha intentado escenificar desórdenes en las proximidades de cualquier Proyecto Turístico ha pagado las consecuencias, recientemente un fenómeno natural destruyó el más importante Complejo Turístico de ese país y de eso sólo se habló, en el momento en que ocurrió.
Es responsabilidad del Estado crear las condiciones para hacer del Turismo una actividad "sostenible en el tiempo", con lo que cada dominicano debe comprometerse con firmeza.