Si bien es cierto que el temblor del 1ro de febrero en horas de la mañana en la zona sur del país es un evento natural aislado, que no ocurre todos los días, que ocurre sin previo aviso, también es cierto que solo recordamos que estamos expuestos o tomamos medidas cuando nos llegan estos fenómenos naturales.
El 22 de septiembre de 2003 a Puerto Plata y Santiago los sacudió un temblor de tierra de magnitud 6.4, quizás algunos lo recuerden, esa noche El Liceo Gregorio Luperón en Sosúa y la Escuela Gregorio Urbano Gilbert en Puerto Plata, literalmente se hundieron.
No pensemos siquiera en la tragedia de haber sido en horas del día.
Se me hace imposible no pensar en ello.
Y hoy si yo fuera el Estado Dominicano, estaría formando un equipo de estructuralistas, arquitectos y profesionales en él área, para inspeccionar todos los colegios y escuelas del Sur del país principalmente.
Pero yo no soy el Estado Dominicano.