El periodo gubernamental que
iniciará el próximo mes de agosto se caracterizará por dos factores
principales. Primero, la profundización y mejoramiento de las políticas
públicas puestas en marcha, tales como ampliación del programa de ayuda a las micros,
pequeñas y medianas empresas, acceso al crédito, calidad educativa,
construcción de viviendas dignas para la clase baja, entre otros, y segundo, la
aplicación de reformas estructurales sobre temas sensibles de nuestra sociedad.
Sobre este segundo punto radicará la mayor importancia del cuatrienio por
devenir.
Así, en el periodo que
finaliza, pudimos concretar apenas una reforma, la educativa, quedando
pendientes otras de gran necesidad para el futuro del país. Las reformas
policial, eléctrica, fiscal, laboral, electoral y política (partidos), son
reformas urgentes que debemos aplicar. Estas representan la necesidad de
cumplir con atrasos históricos de nuestro país.
Llegan momentos de la vida
nacional que no tenemos opción, excepto avanzar. La seguridad ciudadana no se
arregla con una ley, evidentemente, pero allí nace, para reestructurar la
composición de nuestra policía civil. El sistema eléctrico, a pesar de mostrar
avances, no ha podido consolidarse en su raíz, muchas veces causado por la
confluencia de intereses privados que se benefician de dicha letanía. Pero ya
es tiempo de conciliar al sector público y al privado para tener una mejor
industria y mejores comercios. Ya necesitamos abaratar costos para la operación
de nuestros negocios.
Es tiempo, además, de poseer
una base fiscal más equitativa, que persiga que la universalidad de la clase
baja y media reciba en servicios lo que pagan en impuestos, a la vez que les
permitan emprender con mayores facilidades. Es necesario, por citar un ejemplo,
preguntarnos la eficacia o no de seguir cobrando anticipos. ¿Es justo? Es el
tipo discusión que queremos ver sobre la mesa. Imperativo, pensar en nuestras
empresas, creadoras de empleos formales, las cuales conforman la base de
nuestra economía. ¿Cómo evitamos la doble tributación? ¿Cómo sancionar aquellas
empresas evasoras, y cómo beneficiar a las cumplidoras? No solamente partiendo
de la sanción debemos operar como nación, sino del reconocimiento. Hay que
cambiar mentalidades.
La reforma laboral, ya
iniciada, debe continuar. Hay que encontrar puntos equidistantes entre la masa
trabajadora y el capital de nuestros empresarios. Hay que evitar el cierre de
empresas por embargos, cometidos por tecnicismos. Hay que proteger a la mujer
dominicana en estado de embarazo, al igual que encontrar nuevas vías que
permitan el acceso al empleo de nuestros jóvenes.
En el caso de las reformas en
el ámbito electoral y político, un país con alta incidencia partidaria debe
tener reglas claras, justas, equitativas. ¿Queremos ver la democracia interna
de los partidos fallecer? ¿Cómo vigilamos la financiación? ¿Deseamos establecer
como norma la presencia de dinero sucio en nuestras instituciones?
Estamos en periodo de
reformas. Lo que no evoluciona, perece. Que todo obre para bien.