Muros derribados

Ultima Actualización: lunes, 16 de febrero de 2015. Por: Juan Yamil Musa

El Estado dominicano posee como una de sus debilidades la alta burocracia en el interior de sus aparatos estatales.

Nuestraidiosincrasia política es eminentemente presidencialista. Por razoneshistóricas, la figura del Primer Mandatario ha significado la detentación de ungran cúmulo de poder e influencia sobre la sociedad, que difícilmente seasuperado por otra persona en nuestro país. Es la figura política, social y económica que más pasiones levanta entrelos dominicanos.

Reconocer loanterior nos lleva necesariamente a la conclusión del distanciamiento(entendible) que debería de existir entre la figura del Poder Ejecutivo y elresto de los ciudadanos, ya  que lamayoría de la formas de hacer vida política en nuestro país son heredadas. Intentarhacer las cosas diferentes supone proponer un modelo distinto, bajo laexposición de que las nuevas costumbres no den resultado. En el fondo, hay unalto riesgo en implementar características diferentes a las establecidas, sopena del desgaste que se pueda producir. Para un empleado, político,empresario, ama de casa o religioso, le es preferible continuar, al menos por  tiempo prudente, las formas conocidas en susrespectivas responsabilidades, ya que ser ejecutor de cambios siempre da comoresultado al nacimiento de resistencias, justificadas o no, en el deseo deimplementar diferentes vías para ser efectivos.

Dicho esto, paratodo el pueblo dominicano fue una sorpresa ver en la figura del Presidente, unapersona cercana al pueblo que gobierna. No se trata de un cliché políticobarato y de mal gusto, sino de una realidad, palpable, objetiva. Desde elprimer momento en que el Presidente Medina se configuró en la persona encargadade manejar los destinos de nuestro país, trajo consigo nuevas formas en suquehacer político, con el ánimo de elevar la efectividad gubernamental en lasolución de los problemas sociales y económicos de todos los dominicanos. Ydecimos efectividad gubernamental, y no personal, puesto que sus accionesbuscan trascender al ámbito del ser humano que ha implementado estas nuevasmodalidades desde el Palacio Nacional.

Tres puntosprimordiales hemos obtenido de estas nuevas formas: primero, la eliminación dela alta burocracia estatal que ha imperado en nuestro país; segundo, laimplementación de una política estatal propositiva, no reaccionaria; y tercero,la humanización del sector público, en sentido general.

Ciertamente, elEstado dominicano posee como una de sus debilidades la alta burocracia en elinterior de sus aparatos estatales, pero la decisión, vertical para elcumplimiento y horizontal en su extensión, que ha emitido el Presidente Medinacon su propio accionar, ha roto este hielo ineficaz, molestoso e inoperante dela burocracia. Si alguna medida se exigía para transitar el camino hacia lasuperación de este lastre institucional era el ejemplo mismo del mandatario.

En segundolugar, las políticas públicas están emigrando de un sistema reaccionario frentea la existencia de problemáticas públicas y sus soluciones, a un sistemapropositivo. La transformación de este modelo se hace sostenible en el tiempoen la medida en que su propulsor lo ejecute de manera constante. Estaríamosfrente a un fracaso gubernamental si, por ejemplo, las popularmente denominadasvisitas sorpresas se hubiesen ejecutado el primer y segundo año del presentemandato, y no así durante toda la gestión gubernamental. Ha sido en laconstancia de esta nueva forma de dar respuesta directa a los sectores másnecesitados que el sistema se ha sostenido. No hay secretos. Lleva tiempoemigrar hacia nuevas formas, pero la deserción no es una opción, mucho menosante resultados tan positivos.

En último lugar,y quizás en términos políticos, el más reconocido, la humanización de la figurapresidencial. El deseo de conocer de primera mano las problemáticas de lasociedad por parte del principal ejecutor de las políticas públicas ha desmitificadosu figura. Ahora se presenta humano, accesible. Se reconoce a sí mismo elprimero pero esta vez, entre iguales. Prioriza escuchar, antes que instruir.Impone respeto, no por el aura que le resguarda, sino por la efectividad en elcumplimiento de sus promesas.

Lo másimportante de la búsqueda de la eliminación de la alta burocracia estatal, dela emigración de un sistema reaccionario frente a uno propositivo y finalmente,de la humanización de la figura presidencial, no recaerá en términos estrictamentepersonales en el Presidente Medina. Sería un resultado egoísta que él mismo nodesea. El mejor de los resultados se logrará cuando todas las institucionespúblicas interioricen estas nuevas formas, y sean naturalmente implementadas,ejecutadas y perseguidas, independientemente de quien esté llamado aorientarlas. 

Lo valioso deestos tres factores radicará en haber trasmitido hacia la sociedad estosesquemas. Por ello, ya la sociedad dominicana exigirá cada día más de suspolíticos mayor efectividad, mayores propuestas (no solo soluciones) y másrepresentatividad y cercanía. En el futuro, se le reconocerá al PresidenteMedina el haber transformado las instituciones del Estado, digamos, de sistemasenraizados en el siglo xx, ya hoy ineficaces, hacia un sistema útil yresponsable.

Será recordado por estos muros derribados.  Ese será su legado.