Tenemos que llegar a aprender de memoria, que todo aquel que
cuestiona y compara, puede ser a su vez cuestionado.
Es mucho el tiempo que ha pasado y nosotros con los “papeles
hechos” para la impresión un libro con
buena parte de nuestros artículos, al que hemos titulado Sea Periodista y
Hágase Rico.
Creemos, que bajo otras circunstancias económicas más
favorables ya estuviera a la venta, tiene un prólogo del veterano periodista
dominicano Juan Bolívar Díaz.
Hemos escrito durante campañas electorales, en mareas altas
y bajas, bonanzas y escasez, con noches de lluvias y días de sol, donde
reflejamos que a veces, actuamos como títeres amarrados o no al hilo conductor
sin importar las manos conductoras.
Si ese “librito” hubiera sido publicado meses o años antes,
de todo este “meneo comunicacional” que existe en la actualidad, todos esos
celos, envidias y egoísmo que parecen ahogarnos en nuestro día a día tal vez
–digo tal vez- nos hubiera ayudado a ser un poco más reflexivos.
El cuestionamiento al que es sometida la prensa (más bien
quienes ejercemos en ella) debe llamarnos la atención en lo que debemos
realizar algún cambio en nuestro ejercicio.
En el fondo, es bueno que se den esas cosas. Las crecidas en
los ríos si bien es cierto que algunas son peligrosas pues cobran hasta vidas
humanas, al final remueven el cieno putrefacto que yace depositado en el fondo.
Hemos afirmado, que el comunicador profesional o empírico,
veterano o novato, se atribuye el derecho de cuestionar, llamar la atención,
enjuiciar a veces desde los más pequeños de los funcionarios o empleados de la
administración pública, hasta al mismo presidente de la República no sin antes
pasar por policías y militares de todos los rangos.
Y lo hacemos desde la radio, televisión, periódicos impresos
y digitales…cualquier medio a nuestro alcance.
Y hacemos críticas y disparamos rayos y centellas que a
veces caen hasta el insulto, la injuria y la calumnia con todo lo que esto
conlleva.
Y…”Oh sorpresa! Nadie puede osar cuestionar al comunicador.
Si se atreve, se gana una pela de lengua radial, televisiva, impresa o digital.
Cómo es la pendejada?
Es acaso que llegamos a creer que bajo el manto del carné,
letrero o placa de Prensa podemos hacer lo que nos dé la gana?
Si nosotros nos mantenemos vigilantes ante las posibles
inconductas de políticos, funcionarios, agentes policiales y militares y pueblo en general, ellos también tienen el
mismo derecho con nosotros. Qué tal?