El incremento de la inseguridad ciudadana crece a niveles
espantosos en la República Dominicana, con todo y que altos militares y
policiales propagan a los cuatro vientos, que los niveles del problema han
bajado.
No podemos negar, que se realizan Talleres, Seminarios,
encuentros y charlas que tratan sobre el tema y al final, si nada se ejecuta y
se pone en práctica lo acordado, el mal continúa alocadamente.
Es triste –así lo entendemos- escuchar las declaraciones de
la Fiscal del Distrito Nacional Yenny Berenice Reynoso, al señalar que le
preocupa el tema de la seguridad ciudadana, el cual ha alcanzado niveles
extremos”.
Sabemos que en esos encuentros que se realizan donde se dan
a conocer las causas de la delincuencia que conlleva a la inseguridad
ciudadana, se destacan la falta de empleo, pobreza marginal y la falta de
sanciones. Es decir pocas consecuencias al infractor.
Con razón la magistrada Berenice sostiene que “en el caso de
los robos, el 80% queda impune porque muchos no hacen la denuncia, debido a
escollos judiciales”.
¿Cuáles son esos escollos judiciales por las que experimenta
el ciudadano al realizar una simple denuncia de un robo o atraco?
¿Cómo es posible que cualquier pega afiche, voceador y
corifero sin educación alguna, a veces sin realizar trabajo alguno, tenga un
sueldo superior a cualquier cabo o sargento de la Policía Nacional?
Mientras escribimos estas líneas, recibimos una información
que da cuenta sobre el asalto realizado esta madrugada en la residencia del
señor Don Miguel Coco en pleno centro de la ciudad y en horas de la madrugada.
No existe un solo ciudadano, que pueda afirmar con certeza,
que no siente temor de salir a la calle después de ciertas horas de la noche.
No es cuestión de noche, en el día pasa lo mismo.
La falta de consecuencias, falta de confianza en muchos de
los actores que tienen que ver tanto con la persecución del que infringe la
Ley, como con quien juzga al detenido, deteriora cada vez más el sistema de
seguridad ciudadana en la República Dominicana.
No les demos tantas vueltas a esto. Podemos marearnos.