Albóndigas venenosas

Ultima Actualización: miércoles, 15 de abril de 2015. Por: Ramiro Francisco

Hace justamente cuatro meses, que este artículo salió a la luz pública. Hoy lo repetimos. Tal vez ha cambiado el escenario...

El trabajo que realiza el periodista es uno de los máspeligrosos, donde su ejercicio ético y responsable en muchos países, ha costadola vida de no pocos comunicadores.

En naciones arropadas por la corrupción en todas susmanifestaciones y el narcotráfico, es muy rara la no ocurrencia de muertes deperiodistas.

La Agencia de noticias REUTERS califica a México como elpaís de América Latina más peligroso para el ejercicio del periodismo. Esapeligrosidad por igual existe en Colombia, Brasil, Guatemala…otros entre losque no escapa República Dominicana.

Los corruptos, perversos y delincuentes, no toleran, apenasdisimulan con enojo, cuando algún periodista o determinado medio decomunicación hace eco de denuncias sobre actos y atropellos cometidos por esaspersonas, generalmente enquistadas en el poder o muy cerca del mismo.

Utilizan crápulas y sicarios de honras, para tratar derestarle méritos al o los programas, medios o periodistas que se atrevan, en elcumplimiento de su rol social, con responsabilidad y valentía, denunciar susatrocidades.

Contratan hackers, dañan cuentas y servidores, intervienenteléfonos, tratan de amedrentar de una y mil maneras, provocan atentados yllegan hasta el asesinato.

Dicen, que en México se le llama a la Prensa, el “perroguardián de la democracia”.

Conscientes de eso, es que muchos andan con albóndigas enristre, para lanzarlas y desviar la atención del “perro guardián”.

“Albondigas” como casas, sueldos sin trabajar, villasvacacionales, nombramientos a familiares sin tener que asistir a puesto alguno,publicidad engañosa hasta sin tener programas o medios, viajes al exterior ahacer nada, fines de semana en hoteles de lujo, y mil maneras para desviar laatención del “perro guardián”.

Cierto, que las albóndigas son venenosas. ¡Pero qué olortienen!

No detractemos tanto al periodista, sin tratar de calzar suszapatos.