La relación entre política y moral a lo largo de la historia ha sido un tema de discusión. Nicolás Maquiavelo, influyente pensador político del Renacimiento sostiene que la política no está necesariamente vinculada a la moral.
Según él, los vicios y su análisis son cruciales para comprender la política, ya que estos pueden oscurecer las virtudes cuando la actividad humana se centra en el poder y el dominio sobre los demás. Sin embargo, existen otros enfoques que consideran posible unir la moral con la acción política, siempre que se respeten las condiciones de libertad y deliberación ciudadana podemos citar a Immanuel Kant, en su ética deontológica, afirmó que la moralidad se basa en la razón y el deber. Para él, la buena voluntad es lo único intrínsecamente bueno, independientemente de las consecuencias.
En lo que respecta a nuestro país la Constitución dominicana promueve la ética y la igualdad, aunque es de todos sabidos que el ejercicio político local no siempre responde al reconocimiento de la igualdad, la no discriminación ni se apega a la ética y la moral existen casos con indicios de inmoralidad y presunta culpabilidad en los tribunales de la república muy puntuales y especificos.
Es cierto que cada individuo tiene la obligación moral de ejercer si cuota de poder de manera responsable y participar activamente en las tomas de decisiones y solucionar los problemas sociales para los que fueron designados o electos.
Un aspecto que creo que los dominicanos deberían fortalecer es la responsabilidad ciudadana, obligando a los políticos a promover la dignidad ciudadana y respetar sus derechos, no haciendo de las funciones públicas cuando las ostentan una especie de piñata de repartición de posiciones a veces sin que los seleccionados al desempeño tengan la calificación mínima.
El mérito para valorar la relevancia de la participación política partidaria de un ciudadano debería ser más que la gorra y camiseta.