Mientras caminaba en una concurrida calle del Centro Histórico de la ciudad tuve un agradable encuentro con una marchanta adulta mayor. Me impactó su alegría, su disposición de trabajo con su espalda encorvada, sus manos arrugadas con marcada callosidad y lo más impresionante una sonrisa de satisfacción por la labor que hacía.
No pude hacer otra cosa que reflejar en ella mis propias dudas y temores, pensando en la poca valoración que tiene el país por sus ciudadanos adultos mayores, a pesar de tener un Consejo Nacional de la persona envejeciente CONAPE la generalidad de adultos mayores que he conocido son trabajadores que han pasado toda una vida en sus puestos de trabajo para ser pensionados con montos que no les permiten llevar una vida digna y como corresponde a alguien que terminó su etapa productiva.
Alcanzar la adultez en países como este, se convierte en fardo pesado, además de no contar con una pensión digna, si están desempleados estas condenados a optar por un trabajo inferior, solo para sobrevivir porque aquí emplean hasta los 35 años.
Lo que el subdesarrollo no deja ver es que las últimas décadas han traído consigo un adulto mayor diferente, con mayor acceso a la información con nuevas demandas de servicios especializados, en el ámbito de la justicia, el liderazgo familiar, la educación, la salud, tecnología y derechos políticos.
Viendo la realidad de los adultos mayores surgen algunas interrogantes: en el momento actual. ¿Qué actividades van dirigidas a ese grupo social? ¿Qué metas desearían alcanzar? ¿Tienen algún centro de recreación dirigido a ellos? ¿Tienen centros de terapia y salud mental? ¿Tienen acceso a lugares de entrenamientos físicos? ¿Hay Centros para terapia ocupacional? ¿Qué les ofrece el estado para que accedan a sus medicamentos de forma continua?
Sin embargo, la protección a los envejecimientos está contenida en la ley 352-98 aunque el país no garantiza a sus ciudadanos una vejez con calidad de vida tiene un marco jurídico. A excepción de algunos centros donde los adultos mayores son atendidos por instituciones religiosas más bien como servicio que imparten determinadas iglesias.
A veces, el paso del tiempo puede generar una sensación de pérdida y nostalgia. Todos enfrentamos desafíos relacionados con el envejecimiento. Es sabido por todos que la edad no define quiénes somos en la vida, pero el trato que el estado les da a sus adultos mayores deja ver el grado se sensibilidad, desarrollo humano y compromiso social.
En resumen, no todos los humanos asumen la vida con la misma actitud de la marchanta, existen estereotipos y diferencias, ojalá
todos los adultos mayores puedan ser valorados, respetados iniciando por el estado y que a los 80 años trabajen por elección no para sobrevivir.