El libro del Génesis contiene en su primer capítulo la universalidad que es Dios en lo relativo al ser humano. Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” A eso se sumaba un segundo vocablo que servía para definir la misericordia Rahamim que significa regazo materno.
En mi opinión muy particular una versión femenina de Dios podría ser la de una madre con su entrega, desprendimiento, cuidado, protección y generosidad. Dios es a menudo visto como una fuente de amor incondicional. Al igual que una madre él cuida y protege. Una madre lleva a su hijo en su vientre, lo nutre, lo protege y lo ama incluso antes de que nazca. De manera similar, se puede ver a Dios como alguien que nos ama incondicionalmente, nos cuida y nos protege.
Esta analogía no tiene la intención de cambiar la naturaleza de Dios según las diferentes creencias religiosas, sino que simplemente busca proporcionar una imagen que pueda ayudar a entender ciertos aspectos de la divinidad desde una perspectiva diferente. Es importante recordar que las mujeres madres observando su fortaleza ayudan a la comprensión del amor en un desprendimiento inusual y aunque esas virtudes no definen completamente lo que Dios es, se necita un nivel de desprendimiento y generosidad propias de un vientre que ha sostenido una vida dentro.
Las percepciones sobre Dios pueden variar ampliamente dependiendo de las creencias individuales y las tradiciones religiosas. Esta analogía se ofrece con respeto y no tiene la intención de ofender o desacreditar ninguna creencia religiosa. Solo destacar la maternidad como un acto de amor por la humanidad.