El caso más sorprendente es la salamandra, capaz de regenerar la cola, ambas mandíbulas, el cristalino y retina, los intestinos y las patas.
Tiene la capacidad de recuperarlas cada una en aproximadamente un mes.
La razón de esta sorprendente habilidad es que sus células son autorregenerables, parecido a lo que ocurre con las células madre.
Otro caso sorprendente es el del pez cebra, que puede regenerar sus aletas, escamas, médula espinal y parte del corazón.
En el caso de los mamíferos, todos pueden regenerar su hígado a partir de una parte (un hígado al que se ha quitado el 75% se recupera en dos semanas).
Por su parte, los ciervos regeneran anualmente su cornamenta a un ritmo que tiene el récord en velocidad de regeneración animal: 2 centímetros diarios.