Es ya un lugar común ver una guagua de la OMSA varada en cualquier calle.
Los anuncios sobre la adquisición de nuevas unidades van y vienen, mientras languidece un servicio que es fundamental para millones de dominicanos y dominicanas.
Cualquier trabajador, empleado, chiripero puede gastar al día hasta cien y ciento veinte pesos en ir y venir de su casa al trabajo.
Es decir, el gasto en transporte es un componente fundamental del presupuesto familiar.
¿Cómo se explica, entonces, que la OMSA no esté entre las prioridades del gobierno dominicano?
¿Cómo explicar que para el metro no se escatimen recursos, mientras a la OMSA se la deja agonizar?
Centenares de miles de dominicanos y dominicanas—que se traducen en millones de pasajeros—no serían víctimas de las malhadadas “voladoras” y del concho obsoleto y casi siempre indecente si la OMSA fuera lo que debe ser.
Allí no faltan capacidad y eficiencia, al parecer. Basta ver cómo se hace de tripa corazón con lo que se tiene.
La sola existencia de la OMSA influye sobre el sector privado para que mejore su oferta, así que la institución funciona como un ordenador del transporte citadino.
Pero hace años que faltan autobuses nuevos; que la mayoría de los que hay cumplió su ciclo y el gobierno no se da cuenta, pero los cientos de miles de ciudadanos que todos los días esperan horas muertas en las paradas lo saben y lo sufren. ¿Hasta cuándo?
Fuente: www.perspectivaciudadana.com