El azar de la historia, la emoción y el triunfo de Donald Trumph-XV

Ultima Actualización: jueves, 22 de diciembre de 2016. Por: Anny Mariel Gómez

“Las políticas y los temas son inútiles en términos electorales, porque son demasiado especializados y controvertidos".

“Las políticas y los temas son inútiles en términos electorales, porque son demasiado especializados y controvertidos. El diseño de la imagen del candidato ha sustituido el debate sobre puntos de vista en conflicto” -Marshall McLuhan-

En, “Cristalizando la opinión pública”, Edward L. Bernays, desenreda los gatuperios cerebrales de las masas y opina acerca del sortilegio de la publicidad como estrategia para ensamblar el pensamiento colectivo. En ese sentido dice: “la mente del grupo no piensa, en el sentido estricto de la palabra. En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. A la hora de decidir su primer impulso es normalmente seguir el ejemplo de un líder en quien confía.”

Todos nos consideramos racionales, pero casi ningún elector ha leído un programa de gobierno o propuesta política, aun teniéndola a mano. Solo la minúscula militancia de los partidos responsables, se reúne en grupos para deliberar acerca de la oferta partidaria. Nadando en contra del principio rector de la psicología de masas, que va dirigida al grupo, no al sujeto individual como individuo unidimensional.

La madeja de intereses contrapuestos, los temas complejos de un programa de gobierno, tienen poco interés para las mayorías, unidas solo por el hambre y la ignorancia y todo un entramado de necesidades.

El populismo sabe, siente y actúa en pro de la negación de las propuestas específicas de políticas públicas, ignorando cualquier tipo de programa, porque con ellos no se ganan elecciones, porque nadie los lee, los seguidores de los partidos políticos no se sientan a comparar, ni a discutir la probabilidad de una acción de gobierno en particular, porque lo único necesario es incidir en la percepción de la vida de cada cual, entendiendo por cada cual, es el cada uno de las masas divididas.

Los candidatos populistas no se ciñen a documento alguno, evitan el aburrimiento que provoca el inútil debate de ideas, inútil por sus resultados prácticos. Levantar el puño al ritmo de un bocinazo bullanguero, produce más votos que una discusión ideológica  o programática.

Los candidatos populistas no son  valorados por sus cualidades personales, tales como capacidad de trabajo,  pudor, castidad, recato, pureza, vergüenza, modestia, continencia, decencia, decoro, dignidad, compostura, comedimiento, moderación, honor, honra, moralidad, probidad, austeridad, conciencia, honradez, integridad, lealtad, rectitud  y justicia. Los elegimos a distancia y creemos o sospechamos que nuestro candidato es “mejor”  que los otros, y eso nos hace sentirnos  racionales.

 

El accionar del líder es determinante, todas las masas humanas giran en torno a un conductor, cuya energía  sirve para nuclear y arrebañar, por aquello de que  las masas son como el rebaño que no llega al pozo sin las directrices del que hace el pastoreo. Esto así porque los individuos se contagian del comportamiento de los demás y se limitan a repetirlo sin cuestionarse nada.

Siempre ha habido líderes, con habilidades para la oratoria, con inclinaciones al paternalismo, egocéntricos,   patriarcas, caudillos, muchos con la consciencia anidada en los bajos instintos de la avaricia y la ambición; pocos trascendentes, muchos efímeros. Sin dejar de reseñar los convencidos de un ideal, que imbuidos en una creencia, padecen martirilogios por sus convencimientos y generan empatías y llegan al alma de las masas, Ernesto Guevara de la Serna (El Ché) es un ejemplo, revolucionario que ha fascinado a generaciones hasta con la muy famosa silueta de su rostro. Yendo más lejos, al extremo quizás de la imagen  de un mártir, la figura paradigmática de Jesús “El Cristo” el personaje histórico  que mayor potenciación ha ejercido en una parte importante de la humanidad, convirtiéndola en “esclava absoluto de su sueño”.

La misión primordial del liderazgo, de los conductores de masas, es engendrar fe, en cuales quiera de sus variedades: en un amuleto, fe religiosa, en un proyecto político o social, Etc.,  de todas las fuerzas que motivan la emoción de las masas, la fe es y ha sido la más formidable. Inculcar la fe es igual a multiplicar al infinito la energía. La historia está repleta de acontecimientos ejecutados por fervorosos devotos que no tenían a mano más que el andamiaje de la fe. Las teocracias han protagonizado muchos capítulos de la historia de la humanidad, en el trono o detrás de él. Los filósofos y la filosofía nunca han gobernado ni siquiera una isla. Alejandro Magno y Julio César eran filósofos ni letrados ni mucho menos.