Por Rafael Chaljub Mejía
Cometen un error los que , en justificada resistencia a los desmanes y atropellos de la Antigua Orden, reducen la lucha a la denuncia estricta de esa banda negra y pierden de vista el hecho esencial de que ese grupo es apenas una parte de todo lo que se mueve en torno a él. Porque aquí, desde hace tiempo, hay evidencias claras de que estamos en presencia de toda una tendencia política en desarrollo, portadora de ideas y actitudes ultra reaccionarias, cuya peligrosidad para las libertades y derechos no debiera ser subestimada.
Esos “azotacalles” como le decía Luperón a ese tipo de elemento; esos salen forrado de negro, vociferantes y agresivos, son apenas una expresión del mal, la representación estrafalaria y violenta. Detrás del grupo, aunque no dan la cara y asumen su responsabilidad, hay empresarios que financian e intelectuales ultraconservadores que orientan y le dan discurso a los que hablan a nombre de la Antigua Orden.
Desde hace tiempo, esa intelectualidad ha venido propagando el racismo y la xenofobia, el fanatismo y el odio antiinmigrante, la oposición radical a las tres causales sobre el aborto, la discriminación por género, al anticomunismo, la alabanza a gobernantes neofascistas como Javier Milei y Donad Trump , y, con una intensidad cada vez mayor, los ataques a la ideas, posiciones y organizaciones de izquierda, que han sido siempre blancos y víctimas por excelencia de ese tipo de movimiento.
La salida a flote de esos factores ultra reaccionarios va conformando una tendencia política que podría culminar con la entrada al escenario político nacional de una organización política fascista con esas que han estado apareciendo en diversos países europeos, lo mismo que en América Latina. El MAGA de Trump es su expresión concreta en Norteamérica. Una especie de Ku Klux Klan político que ha impuesto en Estados Unidos el toxico y emponzoñado ambiente de estos tiempos.
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Pues hacia algo así podemos ir caminando en el país. Hay demasiadas voces y bocinas predicando violencia, atraso y conservadurismo político y, por desgracia, ente la ausencia de una fuerza política de avanzada que salga al ruedo, esas corrientes y los grupos agresivos que las impulsan tienen más simpatías en la gente confundida que lo que algunos se están creyendo. No subestimemos la amenaza a las libertades y derechos que crece en el ambiente y vayamos de lo superficial a lo profundo.