Una de las frases comunes en el derecho es “no hay oposición”, indicando acuerdo con la parte contraria. El juez toma la decisión conforme a las pretensiones de las partes y así concluye un capítulo sobre ese proceso.
El “no hay oposición” es difícil de lograr en nuestra sociedad. Siempre hay quienes se oponen a todo. No hay iniciativa, por brillante que parezca, que encuentre a todos los actores sociales alineados con ella. De hecho, la naturaleza humana se nutre de la contradicción. Y aunque el crecimiento necesita de opuestos para su plenitud, no menos cierto es que a veces la oposición se convierte en una barrera.
En Francia, en 1887, cuando se iba a comenzar a construir la Torre Eiffel, Gustave Eiffel fue atacado acremente por sus contemporáneos, quienes llegaron a escribir: “en nombre del gusto francés anónimo, en nombre del arte y de la historia franceses amenazados, contra la erección en pleno corazón de nuestra capital, de la inútil y monstruosa Torre Eiffel”. También indicaban: “semejante a una negra y enorme chimenea de fábrica que se extendería por toda la ciudad como una mancha de tinta: la odiosa sombra de esta odiosa columna de hierro forjado”.
Durante la época en la que gobernó el extinto presidente Joaquín Balaguer, se realizaron grandes obras en todo el territorio nacional. La avenida 27 de Febrero en Santo Domingo, por ejemplo, se comenzó a construir en el año 1969 e inaugurada en agosto de 1971, y hubo oposición.
El Doctor Juan Ventura, historiador, podría decirnos si cuando se comenzó a construir el teleférico de Puerto Plata hubo oposición.
Lo cierto es que estamos llenos de contradicciones.
Ahora el gobierno pretende cerrar el teleférico de Puerto Plata para, según dicen, invertir 22 millones de, no sé si euros o dólares. “Radio bemba” no se ha puesto de acuerdo en cuanto al tipo de moneda.
Hay oposición. Algunas personas perderían sus empleos, algunos comerciantes perderían sus negocios; hay de todo.
¿En qué ha fallado el gobierno? En comunicar. En informarle a la gente de Puerto Plata qué se va a hacer, cómo es que se va a remodelar esa industria que es el teleférico. De golpe y porrazo anuncian el cierre, así con un golpe seco y el puño cerrado. ¿Acaso no merecen los puertoplateños que se les informe con tiempo sobre todo lo que tenga que ver con su territorio? Al parecer no.
La comunicación es esencial para lograr consensos. Aunque no necesiten el consenso para hacer lo que consideren saludable para el país, la sociedad necesita saber qué es lo que se va a hacer y cómo va a afectar sus vidas.
No hay oposición para el crecimiento, pero por lo menos, por decencia, debieron elaborar una campaña de información al ciudadano antes de anunciar el cierre.