A días de las elecciones presidenciales, la huelga de la Asociación Dominicana de Profesores
(ADP) no deja de ser una especie de clavo en el zapato para el gobierno.
Para los gobernantes, en tiempos como éstos, cualquier ruido por melódico que sea, deviene en impertinente. Todo lo que no sea favorable, empaña.
El Ministro de Educación, después de haber dicho que no, dijo que sí; quizás forzado por esa misma realidad y acordaron aumentar un 8%. Ese porcentaje es considerado insuficiente por la clase magisterial.
Se reconoce el derecho que tiene ese gremio a protestar con la finalidad de conseguir sus conquistas, sin embargo, cualquier aumento debería estar supeditado a la calidad de la enseñanza.
No ganamos nada con seguir llenando de vehículos los parqueos de los establecimientos educativos, sin que haya una real mejoría en la calidad de la educación.