Aquellos que odian la política, que detestan hablar del tema por diferentes motivos, olvidan que de la política se deriva el costo de la vida y eso incluye comida, ropa, zapatos, medicina, hospitales, seguridad social, estabilidad económica, paz social, control social, la violencia policial, viviendas y hasta los cementerios.

De poco sirve leer, escribir, graduarse y alcanzar niveles de grados, si la gente se muestra indiferente ante el quehacer de la política, una cosa es el hartazgo de las malas prácticas de los políticos, otra cosa es, no importarle la política y otra mucho más complicada es no saber nada de política.

Mientras la economía estrangula la gente con el encarecimiento de los productos de primera necesidad, los políticos siguen desarrollando ideas de que hacer para ser más ricos.

 Los ciudadanos que son neutrales siguen enfocados en buscar alternativas para subsistir como por ejemplo trabajo extra, para poder llegar a fin de mes sin pasar la necesidad de financiarse en banco o prestamistas. Y si acaso logran duplicar los trabajos, entonces son los hijos los que sufren la ausencia de los padres y se corren el riesgo de recibir información y formación de personas extrañas.

No hay que volverse especialista en política, bastaría con simples cuestionamientos sobre lo que ocurre en el manejo de los recursos naturales un ejemplo visible son los ríos y arroyuelos extinguidos como consecuencia de la extracción de materiales, la contaminación y las construcciones ilegales en sus lechos, eso es solo una pincelada de las tantas muestras de daños tangibles al medio ambiente que los políticos por la practica clientelar se ponen vendas en los ojos.