¿Destruir República Dominicana para salvar a Haití?

Ultima Actualización: miércoles, 21 de septiembre de 2022. Por: Rafael Hernandez

Por: Rafael Hernandez

Entendemos la preocupación de mucha gente sobre la suerte de los haitianos ilegales en la República Dominicana. Son seres humanos que padecen la más atroz miseria, quienes se ven empujados a emigrar por la incapacidad de las autoridades haitianas y la corrupción de sus élites gobernantes que se han enriquecido a base de su miseria.

Esas mismas élites que propician los desórdenes en su país, porque ellos son siempre las que ganan, mientras las grandes masas del pueblo haitiano se pauperizan cada vez más, pero ellos ven crecer sus fortunas. Son esas élites gobernantes las que no han dotado a Haití de un Servicio Civil que registre los nacimientos y demás actos; es la carencia de instituciones en ese país, lo que mantiene la anarquía que les permite ganar millones. Ellos son los que hacen que Haití sea tenido como un “estado fallido”, al no poder institucionalizarse y permitir que sean “grupos de presión” y “bandas armadas” los que ejerzan el poder allí, cuyos intereses están garantizados en la rapiña, el secuestro y el contrabando abierto.

El 90% de las armas ilegales que circulan en República dominicana, en manos de delincuentes, son contrabandeadas desde Haití. Todo el licor ilegal que se vende en los “Liquor Store” de nuestro país procede del contrabando con Haití; mucho arroz del que se consume en RD viene también desde Haití, capturado por esas bandas que secuestran las ayudas internacionales, para venderlas en el mercado negro y enriquecerse a toda costa del hambre del pueblo haitiano, que a ellos no les importa para nada.

Muchos productos que deberían ser repartidos a los pobres haitianos, vienen a parar al mercado dominicano por esos traficantes de miserias. Conocemos el dolor inmenso que debe producir a un ciudadano el ser extrañado de su país, donde nació y vivió y del que Ud. tiene como su patria; pero ese no es el caso. Pasamos a explicarlo. Casos así han pasado y no somos ciegos. Pero esa no es la norma.

Eso es lo que se ha hecho creer a la comunidad internacional por las autoridades haitianas y sus cómplices locales que poseen ONGs para negociar y ganar mucho dinero. El caso es que a las élites haitianas no les conviene la regularización de sus ciudadanos que tienen el derecho de hacerlo aquí. Lo que a ellos les interesa es deshacerse de la sobrepoblación, y para ello han hecho el cálculo de que deben pasar a República Dominicana unos tres millones de haitianos, para así quedarse en condiciones de manejarse mejor, ya que los otros tres millones están dispersos por el mundo, especialmente en Europa, Suramérica y Norteamérica y ellos se quedarían con solo cinco millones en su territorio.

Esa sería la salida más idónea a su problema. Por eso, estimularon la emigración masiva y difundieron la idea de que aquí se estaban dando residencias gratis, lanzando una avalancha de ciudadanos haitianos, que nunca habían venido a este país a nada. De esa manera boicotearon el proceso de regularización.

Pero al mismo tiempo haciendo denuncias de maltratos y apatridia, de la que ellos mismos son sus promotores. Pues lanzan a esas masas de campesinos sobre el territorio dominicano, que ellos mismos saben que carecen de un papelito que diga quiénes son.

Entonces cuando el gobierno dominicano hace un plan gratuito, ellos les ponen trabas cobrándoles sumas cuantiosas para registrarlos y entregarles sus documentos. Así no vale. Entonces Haití recrudece sus denuncias, con todo el coro que los acompaña, sobre la apatridia de los dominicanos de origen haitiano y agrava más el asunto diciendo que es por racismo, cuando todo el mundo sabe que esa es la falacia más burda, ya que los dominicanos también tenemos la misma composición racial que ellos, que nosotros no somos blancos, ni podemos pretender serlo.

En el campo de la salud, nuestro país les brinda servicios gratis sin importar su estatus migratorio. El 80% del presupuesto de salud se está gastando en atender a la población haitiana, en detrimento de la dominicana.

Toda adolescente haitiana que se embaraza -y lo hacen todas-, viene a parir gratis a los hospitales dominicanos, y luego van a reclamar la nacionalidad dominicana para ese niño. Esa es una trampa mortal, y parece una escena de un guion muy bien calculado. Así, en diez años la población dominante sería la de origen haitiano en este país.

Las élites dominantes dominicanas, su clase política-empresarial tienen un siglo usando la mano de obra barata haitiana y con ello ha hecho una gran fortuna y también le conviene este desorden. No les interesa para nada la regularización. Incluso, ya compraron un Partido y tienen sus candidatos y formarán un Frente o Convergencia, pues su insaciable voracidad los lleva a la conquista del poder político directamente como clase, para mantener sus privilegios y el saqueo de nuestras riquezas, y hacerse dueña absoluta del presupuesto nacional.

Esa élite dominante es la que ha propiciado la misma corrupción entre los políticos dominicanos, para facilitar la fluidez de los recursos que les roba a este pueblo, dejándole boronitas a funcionarios y legisladores (unos milloncitos); pero son ellos quienes se llevan cientos de miles de millones en exenciones impositivas e introduciendo contrabandos, narcóticos y lavando activos olímpicamente, y Estados Unidos no es ajeno a esto, peor, se beneficia económicamente.

 Entonces Haití se ha convertido en un tema de campaña. En vez de fortalecer las instituciones dominicanas, los ataques son atroces, pues hay que debilitarlas, para destruirlas y que quedemos igual o peor que Haití. Eso no lo invento, lo estamos viendo a diario, llevando recursos descabellados a las Cortes, para que les sean rechazados, pues de antemano ellos lo saben, pero así van justificando sus planes…

Sin embargo, la comunidad internacional, con su doble moral e hipocresía, esa que se dice “amiga de Haití”, tienen muy claro que para salvar a Haití y mantener a todos “esos negros” en esta isla, para que no vayan a dañarle su país, hay que eliminar del mapa a la República Dominicana. Por eso han utilizado todo su poder en los organismos regionales y mundiales, para manipular nuestra realidad y colocarnos como agresores, logrando una serie de condenas escandalosas e irritantes, no contra el gobierno de turno, sino contra el Estado dominicano, entiéndase contra toda la nación dominicana.

Ahora escuchamos claro qué es lo que quieren, pues muchos todavía de muy buena fe creíamos que en realidad y con honestidad estaban defendiendo al pueblo haitiano. NO. Lo que quieren es destruir a la nación dominicana, a esta República que ha hecho todos los sacrificios para llegar a lo que ha llegado hoy, para salvar a Haití, y salvarse ellos de la inmigración haitiana.

Ahí están las fotos y vídeos de cómo la comunidad del Caribe está apresando y enjaulando a los haitianos que van a deportar y están deportando por centenares y miles, mientras a los dominicanos se nos exige que sea en autobuses con aire acondicionado. Escuchamos al Sr. Gonsalve del Caricom, con toda su desfachatez, cuando nunca ha hecho nada por Haití y calla ante las deportaciones masivas de haitianos que están haciendo las islas del Caribe, Francia, Canadá, Brasil, Estado Unidos y otros, porque no quieren ilegales en su país.

Pero quien le pone la tapa al pomo es el alcalde newyorkino De Blasio, cuando pide un boicot al turismo dominicano. Es decir, desgraciar la economía de los dominicanos, destruir la República Dominicana al cortarle su mayor fuente de ingresos de divisas, para que viole su propia constitución y sus propias leyes; ya antes la comunidad europea había recomendado cambiar la Constitución Dominicana, para que posiblemente asumiéramos alguna que ellos nos prepararían.

Ya está claro, los que aún teníamos dudas, ya tenemos nuestra mente despejada, ya hemos demostrado que aquí no hay racismo ni xenofobia, son cuentos chinos de la comunidad internacional que nunca ha venido a ver esta realidad “in situs”, ni les interesa, porque ya han diseñado su plan y lo van ejecutando poco a poco.

Nunca le han reconocido a la República Dominicana los esfuerzos que por primera vez ha hecho de buscar establecer acuerdos bilaterales con Haití para regular el comercio y la migración. Nunca han reconocido nuestros desvelos por hacer lo mejor para regularizar una situación que ya tiene un siglo de descuido. NO. Lo que hacen es atacar cada medida, desprestigiar cada plazo, buscar el menor motivo para atacarnos.

Haití responde a las tradicionales sanciones económicas; cada vez que el gobierno dominicano toma una decisión soberana con respecto al problema, Haití responde poniendo una ved a los productos dominicanos que se negocian en los mercados binacionales, para que entonces se incremente el contrabando y las bandas de contrabandistas haitianos ganen mucho más dinero explotando con los altos precios a los consumidores haitianos.

Tras los ataques despiadados sucesivos de personajes y organismos internacionales contra nuestro país, estoy cambiando de opinión. Solo veo una trama para aplastarnos. Veo que lo que quieren es destruirnos como nación. Lamento mucho haber estado equivocado. Sigo siendo solidario con los haitianos, sin importarme que uno que otro lance mierdas sobre mi casa después que mi esposa les da de comer, porque sé que ese no es el sentir de las mayorías haitianas.

Nuestras escuelas y universidades están repletas de alumnos haitianos que conviven armoniosamente con los dominicanos. Aquí no hay segregación por motivos raciales, ese es otro invento para desprestigiarnos. Muchos dominicanos en el exterior son bombardeados con estas compañas insidiosas y ellos creen que es verdad. Hemos visto cómo se van a los bateyes cañeros a realizar documentales que evidencian la miseria en que viven esos infelices, para negociar con ellos, y hacerse ricos vendiendo la maldad de los dominicanos que vivimos en la abundancia y opulencia, a base de esa explotación.

Pero nunca se van a nuestros barrios marginales a ver cómo viven nuestro pobres e indigentes en condiciones iguales o peores; les molesta la miseria haitiana, pero no la de los dominicanos. Ambas deben dolernos, ante tanto derroches de recursos que las élites dominantes realizan y la corrupción de todos los gobiernos, no de uno sino de todos, porque los propagandistas pro haitianos de hoy, como manipuladores, quieren hacer ver al actual como corrupto, pero no recuerdan nada de los pasados que fueron a los que fabricaron los 300 millonarios que luego fueron decuplicados, y quieren vender que una corrupción es mejor que otra, lo que también es hipocresía y doble moral. Finalmente tengo que denunciar el negocio de los pedigüeños, del que soy testigo en el caso de La Vega.

Hay una complicidad entre negociantes haitianos y dominicanos. He visto un minibús que tempranito desmonta una serie de mujeres y niños en la calle Mario Concepción, tantos niños que cada mujer queda con cuatro o cinco, y ni siquiera sé cómo cabe tanta gente en un vehículo tan pequeño; esa gente pasa el día peinando las calles de la ciudad pidiendo a todos los transeúntes y casa por casa y a eso de la seis de la tarde son recogidos en la avenida Riva por el mismo vehículo.

Un negocio del que solo se benefician sus promotores, no los haitianos. En conclusión, hay que abrir los ojos, quieren destruir a República Dominicana, para salvar a Haití. Yo me inscribo como dominicano, antes que nada. Solo espero que baje la marea y podamos conversar serenamente sobre lo que conviene a los dos estados, ya que estaremos aquí juntos por los siglos de los siglos, y tenemos que entendernos.

No destruirnos.