Entre el optimismo desinformado y el pesimismo informado

Ultima Actualización: martes, 05 de abril de 2022. Por: Luis Henriquez Canela

Por: Lic. Luis Henriquez Canela

Si como indican los gururses del auto ayuda, solamente sucederá el 10 por ciento de nuestros pensamientos catastróficos y, como el exceso de información nos conduce a ello, entonces bajemos un poco la cantidad de noticias y dispongámonos ser felices.

Hoy, el día del periodista, se acomoda muy bien el razonar en torno a estas dos premisas, optimismo desinformado y pesimismo informado; ambas valederas. En mis tiempos de profesor de Finanzas Internacionales en la universidad, mi función de ensenar a razonar en torno a los vaivenes de los capitales, las bolsas, los índices, los futuros; eran verdaderamente abrumadores.

Me convertí por muchos años en pesimista informado. El cúmulo de información sobre el trágico futuro, estudiado una y otra vez, entendido a la perfección para poder explicarle a los estudiantes, me convirtieron, en una especie de predicador de calamidades e infortunios.La cantidad de información a la que tenía que acceder para mantenerme al día era superabundante. Recordemos que el profesor compite con Google, como compiten todos los profesionales de nuestra época. Era un trabajo abrumador.

Esta semana leí en Twitter a Susana Gautreau indicando que había advertido al gobierno que debió comprar un seguro para mantener los precios del carbón que se usa en la planta Punta Catalina. Se refería ella a la figura del swap de materias primas o commodity swaps. Ese instrumento financiero compensa la diferencia que pudiera existir entre el precio del mercado y el precio establecido en el contrato.

Me reí para mis adentros. Prefiero mil veces el optimismo medio desinformado que el pesimismo informado. Sin dudas, la información es buena, muy buena, pero no hay que saber demasiado. El exceso de información nos mantiene en vilo, inquietos, desacomodados.

Si como indican los gururses del auto ayuda, solo sucederá el 10 por ciento de nuestros pensamientos catastróficos y, como el exceso de información nos conduce a ello, entonces bajemos un poco la cantidad de noticias y dispongámonos ser felices.

Aprovecho para felicitar a los periodistas profesionales en su día; “una especie en extinción”, a decir de muchos.