A lo largo de la historia la pobreza ha sido persistente en república dominicana y aunque el último informe del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo 2023 MEPyD da cuenta de una pequeña mejora con relación al 2022 en cuanto a la pobreza extrema, se registró un cambio moderado, descendiendo del 3.8 % en 2022 al 3.2 % en 2023, lo que representa una reducción de 0.5 puntos porcentuales en los ingresos monetarios a pesar de los avances, sigue siendo un problema Nacional.
Para determinar la línea de pobreza se utiliza el método que calcula el costo total de todos los recursos esenciales que un ser humano adulto promedio consume en un año. Este método dice es basado en las necesidades, porque se evalúa a través del gasto mínimo necesario para mantener una vida tolerable.
Es incontrovertible que la esperanza en el aspecto espiritual ofrezca consuelo a las personas en situaciones difíciles, el efecto momentáneo de un hecho o una palabra alentadora difiere del aspecto socio económico. La pobreza económica no se mejora con palabras alentadoras.
En este artículo solo quiero destacar las estrategias que utiliza el sistema político con los pobres para mantenerlos aferrados a una posibilidad que se le llama esperanza y que perpetúa la pobreza. Pues la gente se queda esperando un mesías que les sacará de la miseria como si no fueran suficientes los discursos y promesas incumplidos la gente debe lidiar esperanzada con una mejora futura en la desigualdad económica, el acceso a la educación ahora es más limitado, las políticas económicas y sociales que parecen obras de caridad y hasta ahora las migajas reciben ese nombre.
Otro matiz que tiene la esperanza es la movilidad social que genera grandes expectativas a quienes deciden salir de su país como por ejemplo el sueño americano, la gente se va, pero para mejorar su economía debe superar la barrera del idioma, optar por un trabajo diferente a su nivel y vivir el proceso, muchos lo alcanzan y otros permanecen tal cual como llegaron.
Los programas de ayuda estatales se tornan innecesarios cuando los ciudadanos mejoran su educación, sus ingresos, cuando tiene acceso a la salud y un sistema de pensión justo.
La economía de los pueblos no se mide por discursos esperanzadores que son el resultado de la calidad oratoria de sus gobernantes que no les importan los ciudadanos más allá de la retórica.
Paradójicamente los promotores de esperanzas hablan de trabajos digno, igualdad de oportunidades, techos propios, salud, educación entre otras bondades que el sistema articula en sus discursos.