Parecería que nos enfrentamos a una ruptura con las estructuras sociales, como Nación estamos siendo impactados por hechos que rompen con aquellas costumbres que hemos conocido como norma, los valores no cambian, lo que debe haber es una forma diferente de expresarlos en la medida que la modernidad avanza. Un ejemplo de eso son los accidentes de tránsito.

Se habla sobre avances tecnológicos, innovaciones sin que los ciudadanos puedan asumirlas de manera útil. Una manera de medir el desorden y la baja calidad de la educación en su mayor expresión es la vial, el tránsito un tema que de forma simple puede usarse como escala para medir los distintos niveles integrales de los ciudadanos que conforman esta nación. Un pueblo o país que no mide la repercusión y consecuencias de saber que al momento en que una persona decide conducir un vehículo, automáticamente adquiere la responsabilidad de quienes le acompañan, transeúntes y los demás conductores.

Se observa de manera ordinaria mucha dejadez, prisa, pasarse los semáforos en rojos.Es como si el carácter regulatorio perdiera su razón de ser, peor aun cuando para normar el tránsito se violan los derechos fundamentales, con multas antojadizas e incautaciones de vehículos de motor.

A eso hay que agregar un estado de angustia en ciudadanos que no tienen ideas de como terminar su día, la desorganización social, las violaciones a las leyes por los poderosos, la impunidad, la falta de congruencia en el quehacer político, lleva a los individuos a la desazón, a la indiferencia y falta de motivación súmele el costo de la canasta familiar.