Hoy vivimos la democratización de los medios de comunicación y esto no es más que la apertura a que todo aquel que quiera hablar o escribir y ser leído por una audiencia determinada lo logre sin mayor esfuerzo.
Gracias a eso, además, tenemos acceso a información que hace años solo podía ser consumida por pequeños grupos.
En línea encontramos contenido saludable y educativo, pero, como en todo lo demás también está lo no tan sano y lo no tan bueno.
Es preocupante ver cómo cualquiera puede decir lo que le plazca de otra persona, así sea verdad o mentira, o referirse a un tema específico y en las redes sociales se asume como bueno y válido.
Repiten y cuentan hechos sin haberse percatado de si lo que están exponiendo es real o no.
Y no sabemos quién regula estos medios, no sabemos si hay un régimen de consecuencias para aquellos que se toman el tiempo para destruir carreras y reputación, aquellos que desinforman, o aquellos que se dedican a crear contenidos que no aportan en nada en función de lo que queremos ser como sociedad.
Abogamos por buen juicio y sentido común de aquellos que manejan masas en RRSS y medios en general, para que sirvan de canal para educar y aportar.
Y ojalá, los consumidores seamos más críticos de la información a la que hoy accedemos, ojalá, que aprendamos a consumir contenido de valor y entendamos que un like, un comentario o un repost a contenido basura, es un aporte para aquellos que no les importa más que los números y el benéfico propio.