Dos pesos de agua

Ultima Actualización: jueves, 18 de mayo de 2023. Por: Jesús María Suero Álvarez

Cuento de Juan Bosch, de su libro cuentos escritos antes del exilio, 1975

Dos Pesos de Agua", trata de la sequía o "mal de ojo” como ellos decían, que se vivían en Paso Hondo, al tener varias semanas que no llovía, tanto así que ya el maíz se había consumido en sus tallos, se oían crujir los palos, se vieron enflaquecer los caños de agua y la tierra de la pocilga se estaba aguantando. Al ver esto las personas estaban abandonando el pueblo, menos la vieja Remigia, quien siempre estaba esperanzada en que lloviera y les daba dinero a las personas que se iban para que les prendieran velas a las ánimas

La vieja Remigia le seguía aprendiendo velas a las ánimas, y una tarde su nieto ardía en fiebre, entonces Remigia lo tomó y salió por las calles llamando a los vecinos, para hacer un rosario a San Isidro, pero no llovió. Un día las ánimas estaban repasando cuentas y una barbuda se dio cuenta de que la vieja Remigia, de Paso Hondo, había quemado ya dos pesos de velas pidiendo agua. Entonces, las otras se alarmaron al ver tal cantidades dinero, ya que sirvieron una noche de lluvia por dos centavos de vela.
 
A la mañana siguiente amaneció el cielo nublado, después de varias horas estalló un trueno, Remigia corrió a la puerta, vio que ya estaba lloviendo y se tiró afuera, radiosa. Luego tomó al nieto y lo mostró a la lluvia. Ya dentro de la casa, comenzó a pensar como iba a empezar de nuevo Pero, pasaron varias semanas y no paraba el agua. Una tarde pasó un hombre montado en un mulo y Remigia lo invitó a pasar para que se calentara, pasar un rato hablando sobre la negación y la sequía que ya habían vivido. Entonces, el señor le dijo a Remigia que porqué ella no dejaba ese sitio y se iba para las lomas, a lo que ella respondió... Jummm, Peor que esto fué la seca don.
 
A pesar de tanta agua, las ánimas del purgatorio estaban tan sorprendidas, ya que nunca habían servido una noche de lluvia por dos centavos de velas y cierta vez enviaron un diluvio entero por veinte centavos. Mientras que en el campo de Paso Hondo solo habían enviado cincuenta centavos de agua. Remigia una mujer de fe, creyente en Dios y en los Santos, termina siendo arrastrada en compañía de su nieto por las aguas que tanto pedía, se le quedó el cabello enredado en un tronco espinoso. El agua corría hacia abajo, hacia abajo, arrastrando bohíos y troncos. Las ánimas gritaban, enloquecidas: ¡Todavía falta; todavía falta! ¡Son dos pesos, dos pesos de agua! ¡Son dos pesos de agua!