Hay temas que se leen fáciles, pero expresarlos de forma escrita los hace permanentes y podría llevar al error. La retroalimentación es un proceso que se enfoca en la mejora del receptor, mientras que la propaganda pretende modificar la ideología o pensamiento del sujeto objetivo.

Soy asidua lectora, de la difusión informativa o ideas de carácter político que se publican y en los últimos meses en las redes sociales como termómetro. Máxime en la llamada era de la posverdad a la que han hecho referencia diversos autores entre ellos Stevn Forti que la define como una mentira emotiva que implica la distorsión de la verdad.

Escribo esto sin adentrarme en el concepto de la verdad práctica según Aristóteles que dice “que si surge dentro del alma una opinión verdadera simultáneamente hará una acción recta”.

Hago este preámbulo porque leí el informe del Gobierno Central con los indicadores de la inversión estatal en el año 2022 a la provincia de Puerto Plata, dice el documento que ha sido superior a los 10,000.00 MM de pesos, describe la forma en que fueron invertidos y las localidades e instituciones beneficiadas claramente se detalla.

Creo que estos datos que debieran llegar a cada puertoplateño de la misma forma que llegan las publicaciones en redes. Con sus raras excepciones, la escasa retroalimentación de la comunicación gubernamental ha permitido que la mala propaganda ocupe titulares.

La política es una ciencia social y las relaciones de poder gobierno ciudadano no solo es implícita sino descriptiva de la realidad en aquellos aspectos que robustecen una gestión gubernamental.

El galloloquismo y la boca dura han pasado de moda, es necesario más imaginación, sutileza y menos bravuconadas la repetición de patrones del pasado no beneficia a nadie. Todo aquello que no se renueva desaparece.