*Cuarencultura con sabrosura *
(No es prudente conocer como juez, lo que se conoce como hombre).
Es un cuento publicado en 1918, pero aún mantiene su vigencia en su denuncia social, nos narra el dilema entre las verdaderas causas y la percepción de la criminalidad en la sociedad mexicana de la época, Convencido de su trabajo de inmediación y concentración el juez Félix Zendejas le dice a su esposa de que la criminalidad no es tal como lo pintan, sino que es fruto del no defenderse como debe ser, del sensacionalismo de algunos periodistas sin éticas, de colegas de la judicatura corruptos, de mujeres alarmistas y de hombres flojos.
El cuento nos trae el episodio de un juez honesto, inteligente, respetuoso y valiente que lo que más le agrada es tener siempre la razón, para demostrarle a su esposa su teoría, le dice a esta que cuando salga del trabajo llegara tarde en la noche a su casa, y que además regresara por las calles más peligrosas y solitarias de la zona donde él vive para así poder enfrentarse a un malhechor y quitarle las ganas de volver a caer en el mismo error, le dice a su tierna amada que si los hombres enfrentaran a los delincuentes ellos lo pensarían dos veces antes de volver a robarles.
Después de tomar su siesta sale de casa para el trabajo, cuando termina decide regresar como lo había planeado para darle una lección a los ladrones, se encuentra con un borracho al cual confunde con un ladrón, ya que al momento de cruzarse por más esquive tropiezan, el juez nota que no tiene su reloj y ni su leontina, piensa que el borracho le robo y lo sigue, lo alcanza, lo encañona, lo zarandea y lo golpea hasta quitárselo, cuando llega a la casa le cuenta ufano lo sucedió a su mujer.
La esposa del juez, con un corazón más grande que su inteligencia, se da cuenta que no eran de el los objetos por ser de mayor calidad, y porque los de el estaban en casa, el juez se siente avergonzado y arruinado por el robo que había hecho, los conyugues planean como salir del impasse sin que esto afecte la carrera del juez, entonces la esposa le dice al juez que diga que alguien dejo esos objetos en el juzgado, que no se sabe quién es el dueño, que escriba un anuncio en el periódico donde diga que un reloj con su leontina se encontraba en el juzgado, y que debía ser retirado su propietario, por más precisión que se dio de los objetos, fue inútil ya que nadie nunca llego a reclamarlos.
El reloj y la leontina eran del hombre más honrado y millonario del pueblo que ese día se pasó borracho, que para no pasar por la humillación, prefirió no reclamarlo Este es un cuento muy divertido, que nos invita a no juzgar a nadie por lo que aparenta y a no hacerse justicia por nuestras propias manos, es de la autoría del mexicano José López Portillo y Rojas (26/5/1850 al 22/5/19239) escritor, abogado, académico, profesor y político, ocupo grande cargos públicos.