En todo diseño de políticas públicas generalmente están presentes los subsidios, ya sea para consumidores, ya sea para empresas de servicios o para uno que otro sector productivo agrícola o industrial. Sin embargo, todos los subsidios generan debates a favor o en contra acerca de los efectos en el comportamiento de los consumidores y de las empresas y los resultados del fin perseguido en tanto que instrumento asistencialista en la ejecución de políticas públicas.
En la mayoría de naciones del mundo se recurre a los subsidios para garantizar el acceso de determinados estratos sociales a servicios públicos, que de otra manera les sería imposible acceder, porque sus niveles de ingreso no son compatibles con los niveles de consumo básico o para incentivar inversiones en determinados rubros o en zonas geográficas apartadas de las urbes pobladas o, por cualquier motivo que los gobernantes consideren convenientes.
Todo subsidio debe ser el resultado de un adecuado proceso de focalización, tanto de los beneficiarios como de los productos y servicios asistenciados, verbi-gratia los servicios de agua, electricidad, combustibles, alimentos; ya sea mediante rebajas en las tarifas del bien o servicio subsidiado o por medio de exoneración de pagos o a través de aportes de sumas específicas contenidas en bonos o tarjetas de débito.
En las naciones enmarcadas dentro del calificativo de ‘subdesarrolladas’ se requiere de las políticas asistencialistas de los subsidios para procurar hacer posible que los marginados alcancen servicios prioritarios o se beneficien, de alguna manera, de los mecanismos de transferencia de recursos públicos hacia los segmentos de la marginalidad social en estado de indefensión.
Es obligatorio formalizar el aprovechamiento de los subsidios a favor de los habitantes de los espacios deslindados por la pobreza, a los que se les debe implementar los diferentes mecanismos asistencialistas explícitos o no, estableciendo las cantidades específicas de bienes y servicios consumidos por los posibles asistenciados. El no focalizar los subsidios desvía el espíritu de su beneficio a capas sociales que no lo necesitan, a saber: el uso vehicular, uso industrial, comercial, contrabando mal disimulado y hasta sectores de altos ingresos.
Argentina, Bolivia, Colombia, Cuba, El Salvador, Haití, República Dominicana y Venezuela, asignan importantes cantidades de recursos económicos al subsidio del GLP; pero generalmente sin focalizar este subsidio, lo que desvía el objetivo específico de beneficiar a capas sociales que no lo necesitan, a saber: el uso vehicular, uso industrial, comercial, contrabando mal disimulado, a sindicatos de transportistas y hasta sectores de altos ingresos.
En tal virtud, reviste vital importancia que el Gobierno Dominicano implemente el amortiguamiento económico de los subsidios a los combustibles, especialmente para el caso del GLP y el gasoil, elaborando estrategias que garanticen una focalización efectiva, obteniendo la información estadística que permita implementar y desarrollar un mecanismo de focalización adecuado, que garantice la efectividad en la aplicación de las medidas paliativas hacia los grupos que realmente requieren de esta subvención. Los procesos inflacionarios sólo se enfrentan con medidas económicas sustentables.