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El año que finalizó, de manera categórica, tenemos que afirmar que fue un año desafortunado, no solo para nuestro país, sino para el mundo de manera general, por tal sentido los lamentos son globales y las pérdidas humanas, el desempleo, el luto, las enfermedades y secuelas infernales, no son más que productos de la fatídica pandemia bautizada con el manoseado y terrible nombre de COVID-19.
Todavía no podemos cantar victoria, aun con el empeño de importantísimas firmas internacionales, que en un afán de crédito y orgullo han mostrado su interés por frenar este virus que al parecer no tiene fin por ahora.
Iniciamos un nuevo año y nuestro mensaje debe ser de aliento y llenarnos de optimismo, pensando en que, definitivamente la ciencia logrará frenar este virus contagioso pensando en que Dios ilumine a los científicos que, de buena voluntad, están luchando contra esta pandemia, que ha provocado tantos desaciertos y calamidades en todos los países, que han sido víctimas de esta terrible contaminación.
Todavía debemos cuidarnos y acompañar a las autoridades en sus esfuerzos por frenar esta pandemia. Solo aquellos que respeten las medidas que nos rigen, serán los que probablemente las puedan contar.
¡Y hay de aquellos desaprensivos y envalentonados! Que no escuchan, se hacen los sordos y desafían las orientaciones sanas que nos rigen. De seguro caerán en el frío sepulcro, y lo lamentable, es que no se irán solos, también se llevarán a familiares y amigos cercanos que nada tuvieron que ver con su malcriadeza y su sin razón.
De todos modos, abrigamos la esperanza, de que este nuevo año 2021 sea de menos dificultades…. ¡Felicidades dominicanos!