El Cristo Diferente

Ultima Actualización: jueves, 14 de febrero de 2019. Por: Ramiro Francisco

En países como el nuestro, con una gran influencia de las Escrituras cristianas hay decenas de movimientos religiosos.

Si es verdad que el ser humano pasa por diferentes etapas en el campo de la comprensión y respeto a los demás, confieso que estoy en esos primeros niveles, sobre todo, en lo que se refiere al respeto que tiene cada quien de abrazar o no, una creencia en este caso religiosa.

Por lo tanto, respeto hasta donde pueda la profesión de la fe religiosa sin importar cuál que sea. Quienes nos narran historias de los grandes maestros religiosos, hacen de ellos verdaderos líderes que a su vez alcanzan a cientos, miles y millones de seguidores en todo el mundo.

En países como el nuestro, con una gran influencia de las Escrituras cristianas hay decenas de movimientos religiosos con la misma Biblia como libro de fe y con disímiles interpretaciones.

Cada quien puede, está en libertad –si aceptamos aquello del libre albedrío- de tener interpretaciones que no concuerden con la creencia de otros, y ahí es donde entra el respeto y la consideración.

Como José era carpintero, Jesús le ayudaba en sus tareas. No era un vago ni un vividor. Aprovechaba su tiempo estudiaba y comprendía La Ley. Al extremo que no fueron pocas las veces en que discutía sobre la misma, con los llamados doctores y escribas. ¡El Jesús diferente!

Si usted lee y entiende, se tornará crítico. Por lo tanto, no creerá porque otros creen. No buscará “pleitos” pero no aceptará ni dirá el amén a cualquier payasada.

El Jesús diferente se ocupaba de las necesidades de la gente. No solo del hambre espiritual, sino también de sus necesidades materiales dirán algunos.

La multiplicación de los panes y los peces, es ejemplo de lo que decimos. La misma conversión del agua en vino, viene al caso. Ponga usted otros.

El Jesús diferente comprendía las debilidades de sus propios discípulos. Sabía que no eran perfectos. Con todo, les amaba y cuidaba.

Los hermanos Santiago y Juan, por poco mandan fuego del cielo para achicharrar a unos que no creyeron el mensaje. Pedro, era belicoso y gruñón, aunque certero. Le cortó la oreja a uno con una espada. Judas era ladrón. Se dañó después, porque por algo lo escogieron como tesorero. Aun así, el Jesús diferente, los amaba y soportaba.

Jesucristo inteligente como era, conocía la situación política por la que atravesaba su pueblo. No era un loco viejo. Nunca auspició una sublevación contra sus opresores. Conocía la superioridad militar. Pero cuando tenía que enfrentar “las autoridades políticas y religiosa”, lo hacía con entereza, valentía y honor. Era el Jesús diferente.

Como humano, explotó en ira, hubo una gota que rebosó la copa y le entró a fuetazos a todos los mercaderes del templo. Aún me pregunto si el fuete lo llevaba siempre debajo de su vestido.

La religiosidad cual que sea que usted profese, no debe tornarle en un ser indiferente a las necesidades de su prójimo. Esa religiosidad amorosa y sensata, no debe convertirle en una persona insensible a los abusos, atropellos y desmanes que padecen los más desposeídos de la fortuna y de la suerte.

Esa religiosidad si no es fanática, le hace ser una persona sensata, honesta, capacitada, crítica y proponente a la vez, que puede servir fehacientemente en la sociedad que le ha tocado vivir.

La misma religiosidad si no es fanática, le lleva a las manos del Alfarero para hacer de usted alguien semejante al Jesús Diferente.


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