Lección aprendida

Ultima Actualización: jueves, 06 de agosto de 2015. Por: Ramiro Francisco

A la fecha, no sé si Saturnino el celador, tiene un puesto de frutas como Don Minengo.

No es fácil Don Minengo dar ejemplo de seriedad y honestidaden trabajo alguno de la administración pública –se queja el vate Sinencio-

Desde bien abajo en la escala hasta la cúspide jerárquica,te la ponen “en China”. Te hacen pasarla mal. Son capaces hasta de mandarte amatar si ven que eres o resultas una retranca para sus perversidades.

Yo ni sé por qué le cuento esto Don Minengo. Tal vez por suedad, y porque usted también trabajó en un cargo oficial cuando Balaguer, y queuno sepa salió con la frente en alto y los bolsillos vacíos.

Todo el mundo sabe, que usted levantó su familia con estenegocio de vender frutas.

No es usted un hombre rico, pero no se asusta ni seatormenta, cuando se habla de personas ladronas que han desfalcado al Estado

-Bueno, no son ladrones porque no se les ha juzgado ysentenciado- contestó Don Minengo, con un hablar pausado como si pensaraprofundo para articular palabras.

Mire compadre –Don Minengo le dice compadre a todos susclientes- usted dijo “que uno sepa” en referencia a mi seriedad. Que uno sepano.

Es cierto que muchos que trabajan en la administraciónpública creen que no dejan huellas de sus malas acciones, con el tiempo se sabelo que han hecho.

Su patrimonio lo develan. Hablan por ellos. No puedenjustificar lo que tienen, ni que multipliquen sus sueldos por mil, durante losaños que sirvieron al Estado.

¡Ahora si van para la cárcel! –Le interrumpió el viejoSaturnino- todos los que no han ofrecido sus declaraciones juradas.

-Lo dijo en voz alta, como pretendiendo que no solo DonMinengo, sino todos sus clientes le oyeran- Al terminar de contar unas naranjasy despachar a uno de sus numerosos clientes, el viejo vendedor de frutas tosió,como para limpiarse la garganta y dijo- Aquí nadie cae preso por ladrón!

Saturnino se encogió de hombros. Había sido canceladorecientemente como celador de aduanas. Creyó que cumplía con su deber, aldetener cuatro furgones repletos de “todo”y sin papeles u órden, que salían atempranas horas de la mañana por la puerta donde él se encontraba.

Uno de los choferes realizó una llamada y no pasaron 23minutos, cuando recibió en papel timbrado, firmado y sellado por un “superior”,de permitir la salida inmediata de esa mercancía. Nunca supo ni sabe de qué setrataba.

Ese mismo día, con el mismo mensajero de la orden, le llególa carta de cancelación. Todos los otros empleados…aprendieron la lección.

A la fecha, no sé si Saturnino el celador, tiene un puestode frutas como Don Minengo.