Hoy mientras le llevaba flores a mi mamá por su cumpleaños.

Ultima Actualización: viernes, 18 de febrero de 2022. Por: Esther Gómez

Le pedí permiso para no llorar por ella.

Lloré por mi amigo Nao. El que tocaba la trompeta, le gustaba el mar, la buena música y un buen puro.

Lloré porque no estaba previsto que hoy no estaría más.

Porque hizo todo lo posible por construir su casa y echar a su familia para adelante, sin hacer nada deshonesto. Y cuando al fin lo logró no la disfrutó lo suficiente.

Lloré porque justo hoy hace 8 días que estuvo en Tao instalando el sonido y las luces para mi evento de chicas. Haciendo sus bromas, sentado en el sillón blanco. Hablando cosas triviales como cada vez, como volveríamos a hablar esta semana.

Lloré porque de haber sabido que esa sería su última vez conmigo, la actividad habría quedado en tercer plano. Me habría tomado el tiempo para estar con él.

El pasado viernes cuando me llamó con sus bromas para recoger sus cosas, de haber sabido que ya el sábado no volvería a escuchar su voz. Habría alargado la llamada.

No terminarla con prisa porque estaba ocupada.

Que me dure por mucho las ganas de hacerle sentir a los demás cuanto los quiero. No darlos por sentado.

Que no me conforme con amistades mediocres. De las que te adulan de frente y te fusilan de espaldas.

Que sepa elegir gente con calidad humana.

Honestos.

Que quieren porque si, no porque les conviene.

Saber que no serás tema de conversación en su presencia.

Que jamás harían algo para perjudicarte de manera intencional.

Que valoran lo que les das.

Se alegran por ti y se entristecen contigo.

Y aunque se molesten y se corte el lazo, se mantiene lo bueno.

Evitando indiscreciones y acciones hirientes luego de una separación.

Hoy brindo por los buenos amigos.

Así como Nao

Me reviso, cuestiono, mejoro para ser una de esos.

Porque una buena y sincera amistad es un tesoro que hay que cuidar.

Brindo por Jaime Howard (Nao) que esté en un buen lugar. Donde disfruten sus ocurrencias tanto como yo.