La dulce omisión

Ultima Actualización: martes, 07 de abril de 2020. Por: Luis Henriquez Canela

Por: Luis Henriquez Canela

Ante el estado actual de cosas que nos ha traído el COVID 19, están las cifras que cada día ofrece el Ministerio de Salud. Los contagiados, los nuevos contagios, los fallecidos, los de Puerto Plata, Mao, Santo Domingo, el país completo y el mundo. Son increíbles las cifras. ¡Y cómo crecen!

 

Si bien es cierto que hay omisiones que matan, estamos aprendiendo que también las hay que salvan. Habíamos escrito que, si no hay pruebas, toda información es irrelevante por su lejanía con la verdad.

 

Esas cifras irrelevantes, por disimuladas, se convierten en relevantes. ¿En qué sentido? Su propia oscuridad arroja luz. Es tal el desconcierto de la población que hasta un contagiado menos que se cuente es motivo de una menor tristeza y asombro.

 

¿Por qué cambiar ese espejismo de cifras menguadas por una realidad tan real como ella misma, tan dolorosa, tan inhumana, tan incierta?

 

Aconsejaba el gran charlista mejicano Miguel Ángel Cornejo, reducir la intensidad de las noticias que consumimos debido a que las mismas son contrarias a la tranquilidad espiritual. 

 

Las cifras del Ministerio de Salud tal vez no sean las correctas, pero ¿qué es lo correcto en estos momentos? ¿Acaso algún mortal podría decir a qué llamarle correcto ante esta situación?

 

Sus menguadas cifras, sin proponérselo, aplacan el morbo, no escandalizan, son una especie de suero lento que se va metiendo en el cuerpo con una flema pasmosa y hace que los ánimos se aquieten.

 

Para la salud mental se requieren menos cifras y más frases de esperanza y aliento. A mantener el optimismo, que con tristezas el tiempo se demora demasiado. Al final, sólo nos queda el camino de la fe y la certidumbre de que todo esto va a pasar. ¡Vamos a triunfar!